3/5/12

LOS GRACO, LA REVOLUCIÓN DE LOS OPRIMIDOS DE ROMA

Tiberio y Cayo Sempronio Graco.
Las injusticias sociales se han dado sin descanso a lo largo de la historia. Los ricos y poderosos creaban sistemas sociales y leyes con el objetivo de perpetuar sus privilegios más allá de su generación y obligar a los nietos de sus siervos a servir a los suyos. Pero ha habido momentos en los que los siervos se rebelaban. Esto es lo que ocurrió en la Roma republicana, un estado que no paraba de ganar guerras y de expandir su territorio. Fue precisamente este éxito lo que provocó el conflicto.


En el siglo II a.C. la República de Roma sufrió una grave crisis debido a su crecimiento tan espectacular como rápido. En un siglo y medio pasó de controlar solamente la Península Itálica a ser la potencia hegemónica en el Mediterráneo. Vencida y destruida Cartago, conquistada Macedonia, creadas provincias en Hispania y el sur de la Galia, y con un pie en el Asia Menor, Roma era el árbitro del mundo y la dueña de inmensos territorios, de miles de esclavos y de riquezas saqueadas a los reinos más opulentos del momento.

 
Fue una rapiña inmensa que enriqueció muchísimo a los romanos, mejor dicho, a sólo un puñado de ellos, los más poderosos. Eran los llamados optimates, los más ricos, oligarcas y patricios que controlaban el Senado. Estaban enfrentados a los populares, los representantes de la plebe. Las grandes conquistas romanas habían sido peleadas por los plebeyos que configuraba el grueso de las legiones. Sin embargo, a pesar de ello el botín, los esclavos, y sobre todo, las tierras, no se repartieron de manera equitativa. Según la ley romana, las tierras conquistabas pasaban a formar parte del ager publicus, al Estado, y era repartido después. Pero los optimates, que controlaban el poder, simplemente se hicieron con ellas sin esperar reparto alguno.



La ruina de los plebeyos

Esto significaba la ruina para los plebeyos campesinos que eran pequeños propietarios de tierras, lo que habían sido la mayoría de los ciudadanos romanos hasta las grandes conquistas. Sus pequeñas propiedades no podían competir con los grandes latifundios de los senadores y muchas acabaron absorbidas por ellos.

La expansión de Roma en el S. II a.C.
Las causas eran simples. Las conquistas trajeron a Italia una gran cantidad de productos agrícolas de las nuevas provincias que bajaron los precios de los productos de tal manera que los pequeños agricultores se arruinaban. Además, la cantidad de esclavos capturados en las guerras victoriosas y que ahora trabajaban en los latifundios, abarató tanto los costes laborales que los campesinos arruinados no eran contratados como jornaleros.


Desempleo o esclavitud voluntaria era la opción para muchos de los miles de ciudadanos romanos arruinados que habían luchado en las campañas que habían enriquecido a los senadores. Las guerras eran cada vez más largas y en lugares más lejanos, por lo que los campesinos, que eran los legionarios, no podían hacer frente a la guerra y a su parcela a la vez. Otra causa de la ruina.



Una revolución legal

Pero los plebeyos contraatacaron, y lo hicieron en las instituciones. Dos hermanos, Tiberio y Cayo Sempronio Graco, encabezaron la revolución. Iba a ser tranquila, a través de las instituciones y respetando la ley. Pero los poderosos optimates no se quedaron con los brazos cruzados.
Campesinos romanos.
En el año 133 a.C. Tibero Sempronio Graco fue elegido Tribuno de la Plebe. Ese mismo año presentó una proposición de ley, la llamada Ley Sempronia. Era una revolución que presentaba una reforma agraria en toda regla. Básicamente expropiaba las tierras ocupadas ilegalmente por los optimates y establecía su reparto equitativo entre la plebe. Los pequeños campesinos recuperarían así sus tierras y, como estaba prohibida su venta por la nueva ley, se impedía que fueran absorbidas de nuevo por los latifundios. Un tribunal de tres miembros, entre los que estaba Cayo, el hermano de Tiberio, debía presidir este proceso.


Como era de esperar, los optimates no permitieron que esta ley prosperara. Desde el Senado trataron de poner todos los obstáculos posibles. Para empezar, no proporcionaron el dinero público necesario para pagar las expropiaciones. Los aristócratas creían que la ley moriría de esta manera, pero no contaban con que el rey de Pérgamo, Atalo II, al morir en el año 133 a.C. le dejaría su herencia, su reino y su tesoro, a la República de Roma. Pérgamo era uno de los reinos más ricos de la Antigüedad, por lo que ya había dinero para la reforma agraria. Los optimates estaban desesperados ya que iban a perder sus tierras.



La reacción de los privilegiados

Reaccionaron calumniando a Tiberio, inventándose historias y haciendo circular el rumor de que quería convertirse en rey. Era lo más grave de lo que se podía acusar a alguien en la República de Roma. Se produjo un motín popular –pagado por los optimates- que acabó matando a Tiberio.

Imagen idealizada del Senado romano.
Parecía que los plebeyos habían perdido y que la reforma agraria se había acabado, pero aún quedaba un Graco, Cayo. Fue elegido Tribuno de la Plebe en el año 123 a.C., diez años después que su hermano. Se propuso recuperar su legado. Volvió a presentar la Ley Sempronia para redistribuir las tierras de manera justa, y además, la amplió con una serie de medidas para garantizar mayor peso político para los plebeyos y limitar los privilegios políticos de los optimates: el objetivo era impedir que los patricios pudieran bloquear la ley una vez más desde las instituciones.


Y como la anterior vez los optimates reaccionaron con violencia. Cayo Graco sabía que irían contra él, por lo que necesitaba ganar otra vez las elecciones a Tribuno de la Plebe para continuar contando con la inmunidad legal que le proporcionaba el cargo, pero perdió. El segundo Tribuno de la Plebe, Livio Druso, trabajaba para los patricios y presentó una serie de medidas para ‘comprar’ la voluntad de los plebeyos contra Graco. Él y sus partidarios estaban de pronto a merced de los optimates, que no dudarían en usar la ley contra ellos, igual que hicieron diez años antes contra los partidarios de Tiberio.


La consecuencia fue que Cayo y sus partidarios se atrincheraron en el monte Aventino de Roma, el centro neurálgico de los plebeyos. Los optimates entraron a sangre y fuego arrestando a los partidarios de la reforma agraria y condenándoles posteriormente a muerte. Cayo logró huir, pero no tenía escapatoria. Al final mandó a su esclavo Filócrates que le matara. En diez años los dos hermanos Graco habían muerto tratando de defender un reparto más equitativo de los beneficios de las nuevas conquistas que tan caras les salían a los plebeyos.


Fue el fin de la reforma agraria y una victoria importante para la aristocracia. Pero muy pronto surgirían nuevos líderes de los populares. El conflicto seguiría vivo. A Roma le esperaría un siglo de guerras civiles y violencia y al final, la muerte de la República y la llegada de un nuevo régimen: el Imperio Romano de Augusto. El fin de la libertad.  


Bibliografía:

Si te ha interesado este post y te gustaría leer algo más sobre el periodo de los Graco en Roma, te recomiendo los siguientes libros:

  • Historia de Roma. Tomo 1.  La república romana. José Manuel Roldán.
  • El imperialismo romano. José Manuel Roldán.
  • Grandeza y decadencia de la república romana. Marcel Le Glay.
  • Los Graco y el comienzo de las guerras civiles. Colección Akal Historia del Mundo Antiguo nº 42  

2 comentarios:

  1. Cuando nos dicen que somos hijos de Roma y vemos su história, no nos cabe la menos duda y digase que aun estamos buscando esa tal reforma más equitativa. Esa revolución está demorada...

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  2. Completamente de acuerdo federico. La lucha por un mundo mejor existe desde que existe la desigualdad. Gracias por tu comentario. Un saludo

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