30/4/12

El telegrama de Guernica 

Posiblemente si el
periodista británico George L. Steer no hubiera descrito la matanza provocada
en el bombardeo de Guernica en el telegrama que envió al Times de Londres, el mundo no hubiera conocido el genocidio causado
por las bombas nazis hace ahora 80 años. Probablemente se hubiera creado una
historia diferente, con responsables distintos, como el cuento con el que los
franquistas trataron de engañar a la opinión pública culpabilizando a los ‘rojos’
de la destrucción de esta pequeña población vizcaína el 26 de abril de 1937.
Pero Steer estuvo allí, vio, escuchó y respiró el horror de las bombas y contó
al mundo lo que ocurrió. Probablemente gracias a él Picasso pudo pintar su gran
obra y recordar y denunciar así para siempre el que fue el primer ataque de una
aviación militar sobre una población indefensa.
George L. Steer.
En realidad el primer
ataque a una ciudad desde el aire se llevó a cabo unas semanas antes sobre
Durango, también en Vizcaya, por aviones italianos. La ciudad quedó destruida y
murieron más de 300 personas. Eran las consecuencias de la ofensiva que los golpistas
comandados por Franco habían comenzado en Euskadi. Humillados ante Madrid, que
no pudieron conquistar tras varias ofensivas entre noviembre de 1936 y marzo de
1937, los golpistas y sus aliados italianos y alemanes giraron su atención
hacia el norte de España. Allí la República dominaba la cordillera cantábrica y
la costa desde Vizcaya hasta Asturias. Era (y sigue siendo) una de las zonas
más industrializadas y pobladas del país y su control resultaba estratégico
para ambos bandos.

La ofensiva comenzó en
Euskadi donde los franquistas se enfrentaron al ejército vasco del gobierno
autónomo de Bilbao. Los ‘gudaris’ vascos luchaban con valentía, pero enfrente
tenían a las mejores tropas de los golpistas, sobre todo los requetés carlistas
tradicionalistas de Navarra. Era una especie de guerra entre hermanos, una
guerra civil dentro de la guerra civil en el norte de España.
La
aviación más moderna y mortífera
Aviones de la Legión Cóndor.
También apoyaban a los
franquistas la aviación italiana y, sobre todo, la Legión Cóndor alemana. Ésta estaba
formada por modernos aviones, bastante más avanzados que el resto de aparatos
republicanos y franquistas. Era el embrión de la Luftwaffe, la aviación de
Hitler. Después de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial en 1918 los
vencedores prohibieron que Alemania tuviera aviación, pero Hitler se saltó esta
prohibición en 1935. Así pues, los aviones que lucharon en España dos años
después eran los más modernos, rápidos y precisos, y sus pilotos los mejor
entrenados y más motivados.
Hitler se fue involucrando
cada vez más en la Guerra Civil. Comenzó prestando la ayuda esencial para los
golpistas al permitir la creación de un puente aéreo entre Marruecos y la
Península para transportar a las tropas de élite del ejército español que se
habían sublevado contra la República. Fueron estos los soldados que conquistaron
Andalucía Occidental, cometieron la matanza de Badajoz y atacaron Madrid desde
la Casa de Campo en 1936.
Ahora los nazis habían enviado
aviones y pilotos, pero también tanques ligeros y cañones. El objetivo era
probar las armas y adquirir experiencia de combate ante la más que previsible
guerra en Europa que se iba a producir poco después. Comandaban la fuerza el
general Hugo Sperrle y el coronel Wolfram Von Richthofen, pariente del famoso ‘Barón
Rojo’. Este último fue el planificador del bombardeo de Guernica. De hecho una
de las versiones de lo ocurrido le señalan como el responsable de su
destrucción.

Guernica tras el bombardeo.
¿Por qué Guernica? Tenía
un puente importante y era un nudo de comunicaciones en la retaguardia
republicana. Pero también, y sobre todo, era una ciudad cargada de simbolismo.
El viejo roble delante de la Casa de Juntas, hijo y nieto de los robles bajo
los cuales se habían jurado los fueros y libertades de Vizcaya desde el S. XIV,
sigue siendo hoy el símbolo de la autonomía vasca que Franco quería arrancar
por la fuerza.

Los detalles del
bombardeo son conocidos. La ciudad quedó arrasada, sobre todo porque la Legión
Cóndor la usó para practicar un método de destrucción masiva aterrador mediante
bombas incendiarias que provocaron un infierno devastador. La población civil
fue duramente castigada. Los propios habitantes de Guernica y cientos de
refugiados que huían de la guerra fueron de los primeros europeos a los que se
atacó desde el aire sin constituir un objetivo militar. Murieron por decenas,
incluso centenares. Pocos años después sufrirían ese mismo destino miles de
polacos en Varsovia, los habitantes de Rotterdam y de Londres, pero también de
Hamburgo, Berlín, Dresde y todas las demás grandes ciudades alemanas.

Negar
la responsabilidad

Artículo de Steer.
El bombardeo de
Guernica sigue envuelto en un halo de incertidumbre, sobre todo sus
consecuencias. El régimen de Franco trató de escurrir el bulto sobre su
responsabilidad en el ataque desde el mismo día del bombardeo. Los franquistas
entraron en Guernica 48 horas después de que cayeran las bombas. La enorme
destrucción les sorprendió y a la vez preocupó, ya que los requetés carlistas
que luchaban con ellos también veneraban el viejo roble y su simbolismo.
Acudieron al engaño, responsabilizando del campo de ruinas a los ‘rojos’ que
supuestamente habrían incendiado la ciudad en su retirada.

Sin embargo, el
telegrama de George L. Steer a su periódico de Londres informando sobre lo
ocurrido, y sobre todo su curiosidad y el descubrimiento de una inscripción alemana
en una bomba sin explotar, descubrieron al verdadero culpable. Steer hizo la
denuncia y Picasso la representó.

Hoy el mundo sabe que
los responsables del bombardeo fueron los nazis. De hecho, el presidente de la
República Federal de Alemania pidió perdón en 1997 por el ataque. Pero los
franquistas nunca asumieron su parte de responsabilidad. Incluso cuando ya no
pudieron sostener su mentira sobre la responsabilidad ‘roja’ trataron de
escurrir el bulto acusando a los alemanes de bombardear por su cuenta, algo
extraño y poco probable ya que sería la única vez en toda la Guerra Civil que
la Legión Cóndor habría atacado sin recibir órdenes del alto mando golpista.
Foto EFE.
Aún hoy continúa la
polémica, ya que la ultraderecha española trata de minimizar el alcance de los
bombardeos subrayando que ‘solamente’ murieron 126 personas. Pero también hay
agradecimiento. Como el demostrado por el Ayuntamiento de Bilbao, que en 2012
le dedicó una calle a George L. Steer.
Para profundizar en la
lectura sobre el bombardeo de Guernica recomiendo el libro de George L. Steer
sobre la Guerra Civil en Euskadi: “El árbol de Guernica”.     

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