24/11/11

Y NO PASARON

El 24 de noviembre de 1936 Franco y sus generales tomaron una decisión histórica: no seguirían insistiendo en el ataque frontal contra Madrid. Había ocurrido lo imposible. Las tropas profesionales de Franco, los legionarios y los regulares de Marruecos, no habían logrado vencer a las milicias de trabajadores que defendían la capital. Fue la primera vez desde que empezó la Guerra Civil en el mes de julio que las llamadas tropas nacionales no alcanzaban su objetivo. Aunque los franquistas seguían apostados en el Hospital Clínico, en Ciudad Universitaria y en Carabanchel, Madrid seguía siendo libre y republicana. Los milicianos se enfrentaron a los legionarios al grito de ‘¡No pasarán!’, y no pasaron.

Sin embargo, a principios de noviembre la situación estaba muy lejos de ser propicia para la República, y casi nadie era optimista sobre su futuro. Aunque el golpe de estado planeado por los militares fracasó el 18 de julio en las principales capitales de España, el avance de los sublevados parecía imparable. Sobre todo el del Ejército de África, comandado por el general Francisco Franco. Estas tropas eran las mejores del Ejército Español, las más profesionales y aguerridas. Incluían también a miles de marroquíes que se enrolaron en busca de botín y para escapar del hambre y el paro en su tierra. Su forma de guerrear era despiadada, propia de una guerra colonial en vez de los conflictos en Europa, algo más ‘civilizados’.

Los generales Franco y Yagüe.
Franco el carnicero
Las tropas de Franco lograron llegar de África a Cádiz gracias a la ayuda de los aviones de Hitler, que decidió apoyar el golpe militar en España, lo que contrastó con la tibieza e incluso hostilidad de las democracias occidentales hacia la República. Los soldados de Franco subieron a sangre y fuego por el valle del Guadalquivir hasta Sevilla. De ahí subieron hasta Badajoz, donde las tropas del generalYagüe  -que aún cuenta con una calle a su nombre en Madrid- masacraron a los milicianos y miembros de partidos de izquierda en una ejecución sangrienta y pública en la plaza de toros. Una vez masacrados los obreros extremeños, Franco partió hacia Madrid, pasando por Talavera de la Reina y Toledo. A principios de noviembre ya divisaba los tejados de la capital.

El general Miaja.
En el bando republicano cundió el pánico. El Gobierno de Francisco Largo Caballero abandonó la capital el 6 de noviembre y marchó a Valencia. Atrás dejó a la Junta de Defensa deMadrid, presidida por el general Miaja y compuesta por representantes de todos los partidos del Frente Popular. Entre ellos estaba un jovencísimo SantiagoCarrillo.

Muchos republicanos estaban desmoralizados. Los milicianos huían cada vez que tenían que enfrentarse a los legionarios y las historias sobre ejecuciones y masacres en la retaguardia franquista provocaban el miedo entre la población. Las tropas republicanas eran muy inferiores en calidad a la de sus enemigos y apenas habían tenido tiempo de formar el embrión del Ejército Popular, la organización militar con la que se trataba de superar la desorganización miliciana.

Sin embargo, por una extraña mezcla de sentido del deber, vergüenza, valor súbito, y un largo etcétera de razones irracionales, los milicianos comenzaron a luchar cada vez mejor a medida que se iban replegando hacia Madrid. Ahora estaban defendiendo sus propias casas y a sus propias familias. No podían permitirse perder.

Milicianos en la Casa de Campo.
La Defensa de Madrid
Franco creía que tomar Madrid era pan comido. Contaba con cuatro columnas que avanzaban desde el oeste, a través de la carretera de Extremadura y la Casa de Campo. El general Mola, el ideólogo del golpe de estado, incluso fanfarroneó que contaban con una ‘quinta columna’ en el interior de la ciudad. El plan era cruzar el río Manzanares y entrar en la ciudad por la calle de Princesa.

Enfrente los republicanos se estaban reorganizando. Aunque el comandante en jefe era el general Miaja, su jefe de estado Mayor, el coronel Vicente Rojo, organizó un sistema eficiente de defensa y posicionó a las tropas en función del peligro que se avecinaba, sobre todo en la Casa de Campo. Allí los milicianos resistieron al ataque frontal de los legionarios y marroquíes. Fue una carnicería brutal entre los árboles y a pocos kilómetros del centro de Madrid. Pero los milicianos ya no huyeron, y el plan franquista fracasó.

Trincheras en la Ciudad Universitaria.
Pero Franco seguía empeñado. El 15 de noviembre lanzó un nuevo ataque que consiguió cruzar el Manzanares y penetrar en la Ciudad Universitaria. La lucha fue encarnizada. Parecía que Madrid podía caer. En los días siguientes los franquistas intentaron romper el frente, pero lo más lejos que llegaron fue a ocupar las ruinas del Hospital Clínico, muy cerca de la plaza de la Moncloa. Ya no hubo más avances y el frente se estabilizó. Los republicanos se batieron con mucha valentía. Participaron soldados de todos los lugares: las Brigadas Internacionales y los anarquistas catalanes de Buenaventura Durruti, que murió durante la batalla.

Así fue como el 23 de noviembre de 1936, hace hoy 75 años, Franco desistió en sus intentos de tomar Madrid en un asalto directo. Intentaría conquistar la capital rodeándola, lo que provocaría otras batallas sangrientas como las del Jarama o Guadalajara, pero no pudo conquistar Madrid hasta el final mismo de la guerra.

Para conocer más sobre la batalla de Madrid recomiendo el libro de Jorge M. Reverte.


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