12/7/12

LA LUCHA POR EL AGUA DE MADRID


Vista desde el interior de un búnker.
Una manera práctica de obligar a una gran ciudad a que se rinda es cortarle el suministro de agua. Eso mismo es lo que pretendieron los soldados de Franco durante la Guerra Civil, que trataron de conquistar el pantano de Puentes Viejas, al norte de la capital de España. Pero las milicias republicanas se lo impidieron tras un largo y sangriento combate.


La lucha en la Sierra Norte de Madrid comenzó el mismo día del golpe de Estado contra la República, el 18 de julio de 1936. Ese día, un grupo de derechistas y falangistas salió de Madrid para tomar el puerto de Somosierra, vital en los planes de los rebeldes que lo necesitaban para llegar a Madrid desde Burgos. La lucha en ese momento fue muy típica de los primeros días de la Guerra Civil: confusa, con escopetas de caza y entre grupos pequeños de partidarios de ambos bandos. El alcalde de la cercana localidad de Buitrago de Lozoya logró dispersar a los rebeldes, pero días después llegaron más en columnas militares.


Fortín franquista.
Los republicanos reaccionaron rápido. Los obreros madrileños, después de aplastar la rebelión en la capital, se organizaron en milicias y marcharon a Somosierra a tapar el avance enemigo. Ambas columnas llegaron a la vez. Hubo muy duros combates por el control del puerto, y cuando los nacionales consiguieron tomarlo y avanzar hacia el sur, la lucha por las colinas que controlan la carretera de Burgos a Madrid fue durísima.


Para entonces los rebeldes fueron frenados y no pudieron seguir hacia Madrid. Pero sí tenían a tiro de piedra el embalse de Puentes Viejas, por en 1936 el único de la zona y el que abastecía de agua a la capital. Si conseguían tomarlo, los madrileños se tendrían que rendir a pesar de su heroica resistencia ante los soldados de Franco en la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria.


De camino al pantano había una colina llamada Cerro Pelado, entre los pueblos de Paredes de Buitrago y Prádena del Rincón. Los combates por esta colina fueron tremendos. Los republicanos sabían que si sus enemigos la tomaban ya estarían casi en el pantano, por eso ofrecieron una resistencia numantina. Y tuvieron éxito.


Fortín republicano.
Los franquistas no lograron conquistar el Cerro Pelado, que quedó dividido exactamente por la mitad entre los dos bandos: la cara sur, ocupada por los republicanos y llamada ‘Loma Quemada’ y la cara norte tomada por los rebeldes y llamada ‘Loma Verde’. Ambos lados se fortificaron y no trataron de conquistar la zona opuesta durante el resto de la guerra. El Cerro Pelado y todo el sector de Somosierra se convirtió en lo que se llamaría un ‘frente dormido’ hasta el fin del conflicto en 1939.


No es de extrañar que ambos bandos desistieran en atacar al contrario, ya que esta zona destaca por sus amplias y profundas fortificaciones, aún hoy conservadas en muy buen estado.


Fortines y trincheras en perfecto estado

El Cerro Pelado es hoy un extenso y frondoso pinar que oculta numerosos nidos de ametralladoras y trincheras de ambos bandos. Es como si la guerra hubiese acabado hace pocos años y los soldados se hubiesen marchado hace no mucho. Aún se puede encontrar los restos oxidados de las latas de sus raciones de comidas junto a los agujeros excavados junto a los búnkeres.
Puesto de mando falangista.
Los del lado franquista destacan por su sencillez. Son los fortines llamados ‘de visera’ por la forma de su tejado sobre la tronera. En la antigua línea del frente rebelde hay bastantes de estos búnkeres, algunos todavía muy visibles junto a la carretera que une Prádena del Rincón y Paredes de Buitrago, y otros ocultos en el pinar.


Símbolo falangista.
Pero lo más espectacular es el puesto de mando franquista en la ‘Loma Verde’, un búnker en perfecto estado en el que todavía se puede leer sin ninguna dificultad el nombre de la unidad que sostenía el frente en aquel sector: Las 7ª y 8ª Centurias de Ametralladoras de Falange. Un enorme símbolo falangista preside el complejo y una fecha inscrita en el hormigón delata seguramente el día de su inauguración: 17-8-1938.


Los mandos falangistas estaban allí a cubierto de los francotiradores republicanos, que a escasos metros de las trincheras franquistas defendían el pantano de Puentes Viejas. Totalmente escondido entre el pinar, que debemos imaginarnos completamente arrasado y sembrado de alambradas y obstáculos, un búnker republicano semienterrado protege su posición todavía en perfecto estado de conservación. Era el vértice más septentrional de las líneas republicanas, que se extendían por todo el sur del Cerro Pelado, pasando por el medio de Paredes de Buitrago y las colinas que dominan la carretera. Una posición estratégica de muy difícil conquista y que aún hoy se observa perfectamente.


Esta posición republicana se mantuvo hasta el mismo final de la Guerra Civil en marzo de 1939. El golpe de Estado del coronel Casado en Madrid y el colapso republicano facilitaron que Franco entrara en la capital sin encontrar resistencia. Sería lo que ocurriría en el Cerro Pelado. De pronto, tras casi tres años resistiendo al enemigo, los fortines republicanos se quedaron vacíos y los franquistas solamente tuvieron que avanzar y conquistarlos.

4 comentarios:

  1. Muy buen artículo y muy buena zona para sumergirse en lo que sería el día a día del conflicto. Aún hoy resisten en perfecto estado las fortificaciones de defensa y es increible pensar que apenas unas centenas de metros separaban a ambos bandos en esta pequeña loma...
    Enhorabuena compañero, ¡no pasarán! je,je

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  2. Muchas gracias, ¡No pasarán!

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  3. Excelente artículo. Tomo nota de él.

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    1. Muchas gracias. Fue un verdadero placer escribirlo
      y, sobre todo, hacer el trabajo de campo en la sierra. Un saludo

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