Vista desde el interior de un búnker. |
Una
manera práctica de obligar a una gran ciudad a que se rinda es cortarle el
suministro de agua. Eso mismo es lo que pretendieron los soldados de Franco
durante la Guerra Civil, que trataron de conquistar el pantano de Puentes
Viejas, al norte de la capital de España. Pero las milicias republicanas se lo
impidieron tras un largo y sangriento combate.
La lucha en la Sierra
Norte de Madrid comenzó el mismo día del golpe de Estado contra la República,
el 18 de julio de 1936. Ese día, un grupo de derechistas y falangistas salió de
Madrid para tomar el puerto de Somosierra, vital en los planes de los rebeldes
que lo necesitaban para llegar a Madrid desde Burgos. La lucha en ese momento
fue muy típica de los primeros días de la Guerra Civil: confusa, con escopetas
de caza y entre grupos pequeños de partidarios de ambos bandos. El alcalde de
la cercana localidad de Buitrago de Lozoya logró dispersar a los rebeldes, pero
días después llegaron más en columnas militares.
Fortín franquista. |
Los republicanos
reaccionaron rápido. Los obreros madrileños, después de aplastar la rebelión en la capital, se organizaron en milicias y marcharon a Somosierra a tapar el
avance enemigo. Ambas columnas llegaron a la vez. Hubo muy duros combates por
el control del puerto, y cuando los nacionales consiguieron tomarlo y avanzar
hacia el sur, la lucha por las colinas que controlan la carretera de Burgos a Madrid
fue durísima.
Para entonces los
rebeldes fueron frenados y no pudieron seguir hacia Madrid. Pero sí tenían a
tiro de piedra el embalse de Puentes Viejas, por en 1936 el único de la zona y
el que abastecía de agua a la capital. Si conseguían tomarlo, los madrileños se
tendrían que rendir a pesar de su heroica resistencia ante los soldados de Franco
en la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria.
De camino al pantano había
una colina llamada Cerro Pelado, entre los pueblos de Paredes de Buitrago y
Prádena del Rincón. Los combates por esta colina fueron tremendos. Los
republicanos sabían que si sus enemigos la tomaban ya estarían casi en el
pantano, por eso ofrecieron una resistencia numantina. Y tuvieron éxito.
Fortín republicano. |
Los franquistas no
lograron conquistar el Cerro Pelado, que quedó dividido exactamente por la
mitad entre los dos bandos: la cara sur, ocupada por los republicanos y llamada
‘Loma Quemada’ y la cara norte tomada por los rebeldes y llamada ‘Loma Verde’. Ambos
lados se fortificaron y no trataron de conquistar la zona opuesta durante el
resto de la guerra. El Cerro Pelado y todo el sector de Somosierra se convirtió
en lo que se llamaría un ‘frente dormido’ hasta el fin del conflicto en 1939.
No es de extrañar que
ambos bandos desistieran en atacar al contrario, ya que esta zona destaca por
sus amplias y profundas fortificaciones, aún hoy conservadas en muy buen
estado.
Fortines y trincheras
en perfecto estado
El Cerro Pelado es hoy
un extenso y frondoso pinar que oculta numerosos nidos de ametralladoras y
trincheras de ambos bandos. Es como si la guerra hubiese acabado hace pocos
años y los soldados se hubiesen marchado hace no mucho. Aún se puede encontrar
los restos oxidados de las latas de sus raciones de comidas junto a los
agujeros excavados junto a los búnkeres.
Puesto de mando falangista. |
Los del lado franquista
destacan por su sencillez. Son los fortines llamados ‘de visera’ por la forma
de su tejado sobre la tronera. En la antigua línea del frente rebelde hay
bastantes de estos búnkeres, algunos todavía muy visibles junto a la carretera
que une Prádena del Rincón y Paredes de Buitrago, y otros ocultos en el pinar.
Símbolo falangista. |
Pero lo más
espectacular es el puesto de mando franquista en la ‘Loma Verde’, un búnker en
perfecto estado en el que todavía se puede leer sin ninguna dificultad el
nombre de la unidad que sostenía el frente en aquel sector: Las 7ª y 8ª
Centurias de Ametralladoras de Falange. Un enorme símbolo falangista preside el
complejo y una fecha inscrita en el hormigón delata seguramente el día de su
inauguración: 17-8-1938.
Los mandos falangistas
estaban allí a cubierto de los francotiradores republicanos, que a escasos
metros de las trincheras franquistas defendían el pantano de Puentes Viejas.
Totalmente escondido entre el pinar, que debemos imaginarnos completamente
arrasado y sembrado de alambradas y obstáculos, un búnker republicano
semienterrado protege su posición todavía en perfecto estado de conservación. Era
el vértice más septentrional de las líneas republicanas, que se extendían por
todo el sur del Cerro Pelado, pasando por el medio de Paredes de Buitrago y las
colinas que dominan la carretera. Una posición estratégica de muy difícil
conquista y que aún hoy se observa perfectamente.
Esta posición
republicana se mantuvo hasta el mismo final de la Guerra Civil en marzo de
1939. El golpe de Estado del coronel Casado en Madrid y el colapso republicano
facilitaron que Franco entrara en la capital sin encontrar resistencia. Sería
lo que ocurriría en el Cerro Pelado. De pronto, tras casi tres años resistiendo
al enemigo, los fortines republicanos se quedaron vacíos y los franquistas
solamente tuvieron que avanzar y conquistarlos.
Muy buen artículo y muy buena zona para sumergirse en lo que sería el día a día del conflicto. Aún hoy resisten en perfecto estado las fortificaciones de defensa y es increible pensar que apenas unas centenas de metros separaban a ambos bandos en esta pequeña loma...
ResponderEliminarEnhorabuena compañero, ¡no pasarán! je,je
Muchas gracias, ¡No pasarán!
ResponderEliminarExcelente artículo. Tomo nota de él.
ResponderEliminarMuchas gracias. Fue un verdadero placer escribirlo
Eliminary, sobre todo, hacer el trabajo de campo en la sierra. Un saludo