La
historia está llena de ejemplos de casualidades o accidentes que son utilizados
como excusa para iniciar una guerra. No se suele ir al combate por ellos, ya
que existen generalmente causas mucho más profundas que preparan el terreno,
pero son perfectos para convencer al público y justificar las futuras batallas.
Es lo que ocurrió en el verano de 1964. Un incidente más bien cómico en alta
mar terminó meses más tarde con los soldados estadounidenses patrullando por la
selva vietnamita y años después con la derrota más humillante para los EEUU.
Era el 4 de agosto de
1964 en alta mar. El destructor estadounidense USS Maddox surcaba el Golfo de Tonkín a solamente 11 millas (18 kilómetros) de la costa de Vietnam del Norte,
el estado comunista fundado por Ho Chi Min tras su victoria sobre los franceses
en 1954. Al Maddox le acompañaba otro barco de guerra americano, el USS Turner
Joy. Era de noche. Oscura y en plena tormenta. Los marineros estaban muy
nerviosos. Navegaban delante de un país hostil. Sabían que no eran bienvenidos
allí, ya que su misión era provocar.
Dos días antes, el 2 de
agosto, el Maddox fue atacado por unas patrulleras norvietnamitas mientras patrullaba
la costa. El barco estadounidense estaba protegiendo a unos barcos pequeños de
vietnamitas del sur que asaltaban la costa de sus hermanos comunistas del norte
para hacerles daño, y acabó envuelto en una refriega. Los norvietnamitas dispararon
al destructor, pero solamente consiguieron salir malparados: cuatro
norvietnamitas murieron y varios fueron heridos, mientras que los
estadounidenses no sufrieron ni una sola baja.
USS Maddox. |
El Gobierno de los EEUU
presidido por Lyndon B. Johnson reaccionó mandando una nota de protesta al Gobierno
de Vietnam del Norte, una medida que los más belicistas en Washington
consideraban una muestra de debilidad y más en un año electoral. Johnson,
demócrata, se iba a enfrentar con el republicano y ultraderechista Barry Goldwater.
Los asesores demócratas sabían que los republicanos utilizarían este choque
para atacar a Johnson y para tacharlo de blando con los comunistas. Había que
corregirlo.
Caos en alta mar
Volviendo a la noche
del 4 de agosto, los barcos de guerra Maddox y Turner Joy estaban navegando en
plena tormenta frente a la costa norvietnamita cuando de pronto los sistemas de
radar de ambos buques dieron alarma. Las sirenas sonaron y todos ocuparon sus
puestos de combate. Según el radar, decenas de pequeñas embarcaciones habían
rodeado de pronto a los barcos americanos y se disponían a atacarlos. El Maddox
maniobró y apuntó. Hubo disparos, se lanzaron torpedos, pero no se alcanzó a
nadie. Y es que no había nadie a quien disparar excepto el Turner Joy, que por
poco escapó de ser hundido por su compañero de misión.
Lyndon B. Johnson |
La tormenta, la
oscuridad, la ansiedad de los marineros o todo junto hicieron creer que habían
sido atacados. Pero no fue así. Ni un solo barco norvietnamita había molestado
a los buques de EEUU aquella noche. Los radares se habían estropeado y los
marineros, ya nerviosos, se habían puesto histéricos. No hubo agresión, pero
daba igual. La excusa era perfecta.
Al día siguiente este
incidente bastante humillante para los americanos se convirtió en un ataque en
toda regla para el público de los EEUU. El presidente Johnson ordenó ataques
aéreos de venganza contra objetivos norvietnamitas y, lo más importante,
aprovechó el clima de indignación en su país para conseguir que el Congreso y
el Senado aprobaran una ley, llamada Resolución del Golfo de Tonkín, por la que
el presidente tenía las manos libres para usar todos los métodos militares
necesarios contra Vietnam del Norte. Era una declaración de guerra sin serlo.
La excusa fue muy bien
utilizada por Johnson. Barrió a su rival Goldwater en las elecciones de
noviembre, y además tenía vía libre legal para hacer en Vietnam lo que
quisiera. Creía que ya no habría obstáculos y que los comunistas que luchaban
en Vietnam del Sur contra un régimen militar protegido por los EE UU tenían los
días contados.
Pero el incidente del
Golfo de Tonkín consiguió lo contrario. Vietnam del Norte, que prácticamente no
intervenía en el sur para evitar precisamente un ataque de EE UU, ya no tenía
razón para no hacerlo y envió a su ejército a apoyar a los rebeldes del
Vietcong. En pocos meses el régimen militar del sur solamente controlaba las
ciudades, el resto del país era zona comunista. Para evitar la caída del
régimen Johnson envió a los soldados norteamericanos de infantería. La guerra
se había descontrolado. Diez años después, los últimos helicópteros de los EE
UU huían de los tejados de Saigón.
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