Republicanos en la Batalla del Jarama. |
Hace 75 años el generalísimo de los ejércitos sublevados contra la República española, Francisco Franco, tuvo que sufrir otro trago amargo, el segundo en tres meses. El 27 de febrero de 1937 su plan para rodear Madrid y cortar la carretera de Valencia había fracasado. El Ejército Popular republicano había sabido resistir una vez más. Madrid seguía sin ser conquistada y la República continuaba resistiendo. Acababa de terminar la Batalla del Jarama.
Después de fracasar en su intento de tomar Madrid por las bravas en noviembre de 1936, Franco y sus generales no cejaron en el empeño de conquistar la capital de España. Madrid tenía un gran significado simbólico al ser la ciudad más grande e importante del país, además de ser el centro político y económico de España. Pero también tenía una gran importancia estratégica, ya que era el centro de las comunicaciones con el resto de España. El trazado excesivamente centralista de las infraestructuras españolas había hecho de Madrid el centro de las vías férreas y de las carreteras del centro de la Península. Era por tanto de una importancia vital para los sublevados conquistar la ciudad.
Los republicanos, por su parte, no podían dejar que la ciudad cayese en manos enemigas. Mantener Madrid suponía seguir vivo en el ámbito internacional, controlar la capital y hogar de miles de trabajadores afiliados a los partidos y sindicatos del Frente Popular. Además, tras la victoriosa defensa de la ciudad en noviembre de 1936 el jovencísimo Ejército Popular no podía permitir perder la batalla.
Franco planeó rodear Madrid desde el sur, partiendo de Pinto y Valdemoro, avanzar hacia Rivas Vaciamadrid y Arganda del Rey, cortar la carretera de Valencia y después girar hacia el norte y conquistar Guadalajara. Madrid estaría así completamente rodeada y acabaría rindiéndose y con ella lo mejor del Ejército Popular. Si salía bien este plan, Franco ganaría la guerra. De hecho, solamente le bastaba con conseguir que se cumpliese la mitad de su proyecto, ya que si lograba cortar la carretera de Valencia –la única ruta que comunicaba a la capital con el resto de la zona republicana- los efectos serían los mismos y Madrid estaría aislada.
Comienza el ataque
Republicanos ante el puente de Arganda. |
La mañana del 6 de febrero de 1937 comenzó la ofensiva franquista. Unos 20.000 soldados, acompañados de tanques alemanes enviados por Hitler para ayudar a los sublevados españoles comenzaron, a avanzar hacia Ciempozuelos y el valle del Jarama. Enfrente tenían algunas de las nuevas brigadas mixtas del Ejército Popular. Estaban en pleno proceso de formación, y su experiencia era pobre, al menos en comparación con los aguerridos y profesionales soldados nacionales.
Desde el principio la matanza fue horrible. En las primeras 48 horas los republicanos sufrieron más de 1.800 bajas entre muertos y heridos. Los franquistas lograron avanzar deprisa, pero pronto encontraron una feroz resistencia apoyada por el paisaje agreste del sureste madrileño. Tomaron San Martín de la Vega y sus puentes sobre el Jarama, y se lanzaron sobre Arganda del Rey y Morata de Tajuña.
La lucha fue feroz. Los republicanos se aferraron al terreno, ya que sabían que si cedían demasiado los sublevados acabarían por alcanzar la carretera de Valencia y ganarían la batalla. Hubo cientos, miles de muertos y heridos. Se luchó cuerpo a cuerpo, por las colinas, por cada olivo, por cada arbusto. La tierra marrón y seca y los riscos de los valles de los ríos Jarama y Tajuña fueron objeto de deseo sangriento por los dos bandos. Especialmente una cima llamada ‘el Pingarrón’, que fue tomada al asalto por los dos bandos en repetidas ocasiones y donde se luchó cuerpo a cuerpo hasta que al final se la quedaron los nacionales.
Pero no les sirvió de mucho, ya que no pudieron avanzar mucho más. Arganda estaba a su alcance. De hecho podían observarla desde sus prismáticos y bombardearla con su artillería. Por allí pasaba –y sigue pasando- la carretera de Valencia. Pero una vez más solamente pudieron observar, no tocar su objetivo. Al igual que en noviembre del año anterior los franquistas pudieron observar el ajetreo de la Gran Vía desde sus posiciones en la Casa de Campo pero sin poder pisar esta mítica calle madrileña. Tan cerca pero tan lejos. Ya no pudieron avanzar más. Casi 7.000 bajas después, los sublevados se tuvieron que conformar con observar de lejos su objetivo. No pudieron pasar.
Brigadistas del Batallón Lincoln. |
Los republicanos habían triunfado, pero a costa de horribles pérdidas humanas. Se calcula que sufrieron entre 9.000 y 10.000 bajas, una cuarta parte de ellas de soldados de las Brigadas Internacionales. El famoso Batallón Lincoln, formada por voluntarios de EE UU, sufrió una cuarta parte de muertos y el Batallón Británico casi un tercio. Fue uno de sus soldados, Alex McDade, quien compuso la famosa canción del Valle del Jarama. Su primera estrofa lo decía todo:
There’s a valley in Spain called Jarama,
That's a place that we all know so well,
for 'tis there that we wasted our manhood,
And most of our old age as well.
That's a place that we all know so well,
for 'tis there that we wasted our manhood,
And most of our old age as well.
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