Según
la leyenda, Roma fue fundada por los hermanos Rómulo y Remo el 21 de abril del
año 753 a.C., hace hoy 2766 años. La pequeña ciudad que se construyó sobre las
míticas siete colinas acabaría conquistando el mundo, unificando bajo una sola
autoridad el destino de los pueblos y civilizaciones que habían marcado la
historia de la Antigüedad en el Mediterráneo y Europa. Pero antes de que fueran
los dueños del mundo, había romanos que eran casi dueños de otros romanos. Estaban
divididos hasta llegar al odio más profundo entre dos estamentos enfrentados,
que han acabado por ser sinónimo de la lucha entre privilegiados y oprimidos:
los patricios y los plebeyos.
Una década después de expulsar al último rey,
Tarquinio el Soberbio, e instaurar la República, los plebeyos se retiraron en
masa al Monte Sacro. Lo contó el historiador romano Tito Livio. Ocurrió en el
año 494 a.C., en plena guerra con los volscos. La leyenda dice que los plebeyos
se marcharon al monte para protestar contra las leyes que imponían las
desigualdades entre ellos y los patricios. Éstos habían instaurado un régimen
profundamente jerarquizado, segregador e injusto tras la caída de la monarquía.
Era tan profunda esta injusticia, que la ley incluso permitía vender como esclavos a los plebeyos que no podían devolver
las fuertes deudas que contraían para pagar los impuestos que los patricios
imponían.
Tito Livio describió que los plebeyos de Roma
se amotinaron contra los patricios hartos de tanta injusticia. Sobre todo
porque eran ellos los que estaban haciendo grande a Roma a cambio de nada. El
ejército romano estaba formado por soldados campesinos que trabajaban la tierra
y empuñaban las armas como parte de sus obligaciones ciudadanas.
Como los plebeyos eran la mayoría, eran ellos
los que formaban el grueso de la tropa romana que luchaba por la ciudad,
mientras que los que verdaderamente disfrutaban de esas conquistas eran los
patricios. Como ejemplo, el historiador cuenta el caso de un hombre que perdió
parte de sus tierras mientras luchaba valerosamente por Roma, ya que, como
dice, “él mismo mostraba las cicatrices recibidas dando cara al enemigo, como
testimonio de haber peleado honrosamente en más de una ocasión”.
La subida al Monte Sacro de Roma. |
Sin embargo, en vez de reconocer su valentía,
el estado romano controlado por los patricios le exigió el pago de los
impuestos, lo que provocó que perdiese el resto de sus bienes y contrajera una
deuda que no podía pagar. Las leyes fueron duras con él, ya que, como explica
el historiador, “su acreedor lo había arrojado no a la esclavitud, sino a una
mazmorra y a una cámara de tortura”.
El dualismo patricio-plebeyo tiene unos
orígenes poco claros. La tradición cuenta que los patricios eran los
descendientes de los 100 primeros senadores (patres) nombrados en época de Rómulo,
el fundador de la ciudad. Los patricios formaban la élite de Roma, una
aristocracia cerrada y basada en el origen de sus miembros que controlaba el
poder político, militar y económico de la ciudad. Copaban las magistraturas y
las tierras que se iban incorporando mediante conquista, el llamado ager publicus, a pesar de que legalmente
eran tierras del estado y por tanto de uso público para disfrute de todos los
ciudadanos.
Una
masa heterogénea
Los plebeyos, por su parte, eran una masa de
población heterogénea formada por inmigrantes, campesinos, artesanos, etc., que
no tenían nada en común excepto un naciente sentimiento antipatricio que
comenzaba a ser aglutinado y liderado por una minoría plebeya enriquecida y que
aspiraba a acceder a los privilegios del estado, cerrados para ellos por su
origen.
Por lo tanto, el conflicto tenía unas causas
políticas -la lucha plebeya por su acceso a las magistraturas políticas y por
su igualdad jurídica-, y económicas, para permitir un acceso más equitativo de
los plebeyos a las tierras conquistadas y mejorar así sus condiciones de vida y
evitar los castigos por endeudamiento. Según Tito Livio, este conflicto era el
motivo del “odio intestino entre senadores y plebeyos”.
Volviendo al episodio del Monte Sacro, según
la tradición romana, los patricios, alarmados por el riesgo a ser derrotados por
los volscos si no contaban con los soldados plebeyos que se habían retirado al
monte, terminaron por ceder a sus demandas y permitieron la creación del
Tribunado de la Plebe. Era una especie de defensor de los plebeyos y contaba
con derecho a veto de las leyes para poder proteger los intereses de la plebe.
Este tribunado fue el instrumento con el que se creó un verdadero estado
plebeyo dentro del estado romano.
Sin embargo, estaban todavía lejos de la
igualdad política y económica con los patricios, que seguían controlando las
principales magistraturas políticas y las tierras y riquezas de Roma. Además, el
esclavizamiento por deudas seguía siendo legal. Pero fue el primer paso de una
larga lucha por la igualdad de derechos. Hubo que esperar dos siglos, hasta el
año 287 a.C. con la llamada Lex Hortensia, que eliminó definitivamente las
diferencias jurídicas entre patricios y plebeyos. Patricios y plebeyos eran
desde entonces ciudadanos romanos con los mismos derechos.
Pero Roma no dejó de ser una oligarquía.
Desde entonces las diferencias que persistieron eran las económicas, cada vez
más acusadas entre una mayoría de pequeños campesinos y artesanos, y una élite
de ricos y grandes propietarios que copaban las magistraturas, y por ello el
Senado. El siguiente conflicto entre los llamados optimates, y la masa del pueblo, los populares, estaba servido.
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