20/1/12

UNA FRÍA MAÑANA DE ENERO

Entrada al campo de Auschwitz.
Una fría mañana de enero de hace 70 años un grupo de 15 hombres se reunió en una mansión a orillas de un lago para discutir un asunto muy importante. Estaban en plena guerra y acababan de sufrir una derrota que había trastocado sus planes. Ahora tenían que reorganizarse. A lo mejor, pensaban, tardarían algo más en ganar así que tenían que encontrar una ‘solución’ para su ‘problema’. Por eso se reunieron en esa fría mañana de enero, rodeados de bosques nevados y a la orilla de un lago helado. Para discutir sobre el destino de millones de personas. Mejor dicho, para organizar la mayor masacre de la historia. El asesinato a escala industrial de los judíos de Europa, la “solución final para el problema judío” (die Endlösung der Judenfrage in Europa).

La mansión del Wannsee.
El 20 de enero de 1942 una gran mansión a orillas del lago Wannsee, al suroeste de Berlín, fue el lugar elegido. Ese día hacía mucho frío. Europa entera trataba de protegerse bajo un manto de nieve que cubría todo el continente. Muy pocas semanas antes los soldados alemanes tuvieron que sufrir su primera derrota en la Unión Soviética, a las puertas de Moscú. Muchos miles habían muerto congelados y los que habían logrado sobrevivir se retiraban por los inmensos bosques helados rusos defendiéndose desesperadamente de los contraataques soviéticos. El ‘Führer’ alemán Adolf Hitler había sufrido su primera derrota seria en la guerra. Esto trastocaba gravemente sus planes y tendría consecuencias en su política de ocupación en Europa.

El camino hacia la ‘Solución Final’
Meses antes de que estallara la guerra, en enero de 1939, Hitler había amenazado en un discurso de que en caso de que se llegara a un conflicto armado su consecuencia sería el “exterminio de la raza judía en Europa”. En ese momento los judíos alemanes y austriacos llevaban ya tiempo sufriendo la persecución de los nazis, que, sin embargo, sólo en algunos casos proporcionalmente bajos habían llevado a la muerte a sus víctimas. Los nazis querían ‘limpiar’ Alemania de judíos, no necesariamente matarlos. Por eso primero los discriminaron, después les quitaron sus derechos  –en las leyes raciales de Núremberg de 1935- y posteriormente les marcaron dejándolos sin propiedades (en beneficio de sus competidores). Les hacían la vida imposible con el objetivo de que se marcharan y muchos lo hicieron. Pero lo tenían difícil, ya que los nazis se quedaban con su dinero y propiedades y los demás países no aceptaban a judíos pobres.

Judíos de Varsovia en el ghetto.
Cuando comenzó la guerra los nazis parecían que iban a ganar. Uno tras otro los países europeos fueron conquistados. Esto suponía un grave problema para los nazis, que aspiraban a un continente ‘judenrein’, libre de judíos. Los responsables de la ‘limpieza’ veían como los tanques alemanes eran mucho más veloces que sus medidas burocráticas y llegaban más lejos que muchas de sus víctimas. No era inusual que familias enteras que habían huido de los nazis ahora se encontraran de nuevo bajo su control. Para los fanáticos nazis estaba claro que tenían que cambiar de táctica para alcanzar sus fines, ya que la emigración ya estaba descartada definitivamente. Por ello mandaron que los judíos polacos fueran despojados de sus propiedades y encerrados en guettos en las principales ciudades Varsovia, Cracovia, Lodz, …).

Ya en la invasión de la Unión Soviética en junio de 1941 adoptaron un nuevo y mucho más cruel método en su lucha contra los judíos. Grupos armados de SS y policías, los llamados Comandos Especiales (Einsatzgruppen) seguían los pasos de los soldados alemanes y en su retaguardia organizaban matanzas de judíos, en muchos casos con ayuda de la población local ya que el antisemitismo era un sentimiento muy extendido en la zona. Centenares de miles de judíos rusos, ucranianos, polacos, letones, lituanos, etc., fueron asesinados a sangre fría con un tiro en la nuca después de obligarles a cavar sus tumbas. Pero este método les parecía caro y lento a los burócratas nazis. Había que buscar otra manera de cumplir con su objetivo.

La conferencia
Reinhard Heydrich.
El 20 de enero de 1942 quince altos mandos de las SS y burócratas se reunieron en una conferencia en una mansión del Wannsee de Berlín. El de mayor rango de todos era el temido Reinhard Heydrich, jefe del SD (Servicio de Seguridad) y el encargado de la ‘Solución Final’ por los altos mandos nazis. Participaron representantes de los ministerios de Exteriores, Interior y Justicia, de los territorios ocupados de Polonia y de la economía, así como de la Gestapo, las SS y otros órganos de la policía del Reich.

Eran gente culta, todos con estudios universitarios, la mayoría abogados. Algunos ni siquiera eran nazis, sino funcionarios que iban a participar en una conferencia para coordinarse con otros ‘colegas’ de la administración para cumplir con su tarea. Pero esta tarea era siniestra: la eliminación física de los más de 11 millones de judíos que los nazis estimaban que vivían en Europa.

Adolf Eichmann.
El método ya no sería el tiro en la nuca, sino uno mucho más rápido y barato: el gas. Resulta todavía estremecedor con qué frialdad las mentes de los funcionarios trabajaban para buscar la eficiencia de su labor hasta en los detalles más nimios. Entre ellos destacaba Adolf Eichmann, posteriormente huido a Argentina y secuestrado por el Mossad, juzgado y ejecutado en Israel.  Él era el encargado de coordinar el transporte ferroviario de los millones de judíos de toda Europa a los campos de exterminio en Polonia. Tomaba sus macabras decisiones como si se tratara de decidir la manera de transportar ganado o productos agrícolas.

Pero no fue sólo Eichmann. Los funcionarios de la administración de ocupación en Polonia se quejaban de que los guettos de judíos en sus ciudades, en los que se apiñaban miles de personas muriéndose de hambre y frío esperando a su destino, debían ser los primeros en ser sometidos a la ‘Solución final’, ya que suponían un reto administrativo muy difícil y caro.

La conferencia de Wannsee fue una de las más siniestras de la historia. En ella, un grupo de personas cualificadas y cultas tomaron de la manera más fría posible una serie de decisiones que sellaron el destino de millones de personas en Europa. La eficiencia del Estado administrativo pero sin alma, al que le da lo mismo organizar el suministro de legumbres que organizar el asesinato en masa. Es lo que los filósofos Horkheimer y Adorno calificaron como la “ruina de la civilización”. Eso es lo que ocurrió una fría mañana de enero de hace 70 años.   

2 comentarios:

  1. Dani_Pajarrako13:53

    Vaya optimización más macabra. Valientes hijos de puta.

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  2. Pues sí. Adaptaron la racionalidad y la eficiencia de la modernidad y la era industrial para un fin irracional y premoderno, además de absurdo y horrible.

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