En
las tierras de las Cinco Villas, en la frontera entre Aragón y Navarra, se
erige un castillo con nombre de hada, Sádaba. Construido sobre un pequeño
cerro, vigila el camino entre los dos antiguos reinos rivales que durante la
Edad Media estuvieron más tiempo enfrentados que en paz. Para resistir los
ataques, se construyó de tal manera que resultaba inexpugnable.
Sádaba es un nombre extraño,
con un claro sabor exótico, oriental. Dicen que el origen es árabe o incluso
mucho más antiguo, como podrían sugerir los cercanos restos de la ciudad romana
de Los Bañales. En todo caso, el nombre de Sádaba recuerda a un lugar lejano y
misterioso situado a miles de kilómetros hacia oriente, con otros paisajes y
donde se hablan otras lenguas, en vez del cerro donde se encuentra: en la comarca de las Cinco Villas, en la
confluencia de dos valles que dan acceso a Uncastillo por un lado y a Castilliscar
por otro. Al pie de las estribaciones del Prepirineo, controlando el acceso
al Valle del Ebro. Un lugar estratégico entre los antiguos reinos de Navarra y
de Aragón.
¿Será por su nombre que
el castillo también es diferente a los demás de la zona? Sádaba es una
fortaleza más propia de esas tierras del Próximo Oriente, como su nombre parece
sugerir, que de la tierra en disputa entre Navarra y Aragón donde realmente se
encuentra. Fundado en el año 1223 por el
rey navarro Sancho VII el Fuerte para defender la zona de los ataques de
sus vecinos, es un castillo como los que se construían en Siria y en Palestina
hace 800 años, en época de las Cruzadas.
Corresponde al llamado “modelo
Felipe Augusto”, el rey francés que en el S. XIII participó en la Tercera
Cruzada en Tierra Santa. De planta ligeramente rectangular y flanqueada por
siete torres, el castillo sigue el
modelo musulmán de la época de las cruzadas y supone un cambio muy
importante con respecto a otras fortalezas cristianas de la Edad Media. ¿Por
qué se construyó un castillo como los de los cruzados en Aragón? ¿Fue por
influencia del rey cruzado francés en la corte del rey navarro? ¿Fue porque era
el mejor modelo de la época?
Independientemente de
las causas, este modelo de castillo oriental reúne una serie de características
defensivas que lo convertían en una fortaleza muy difícil de conquistar.
Unos muros muy altos y una
trampa mortal
Entrada al castillo. |
El espesor y la altura
de sus muros tenían la función de resistir los impactos de proyectiles lanzados
por catapultas y dificultar el ataque con escalas a las almenas. Los muros,
además, cuentan con multitud de saeteras
desde las cuales los guerreros del interior podían disparar al exterior sin ser
heridos. Incluso se podían colgar de los muros los llamados matacanes, una especie de balcón de madera desde
el cual se podía disparar fácilmente flechas y piedras a los enemigos que
trataban de subir por las escalas y que en ese momento se encontraban
indefensos tratando de mantener el equilibrio y la vida mientras les arrojaban
todo tipo de objetos.
Descartado el ataque
asaltando el muro, el único acceso es
una puerta estrecha en recodo, un recurso utilizado por los musulmanes en
sus castillos. Está resguardada por dos de las siete torres del castillo, lo
que permitía una defensa desde lo alto y desde todos los ángulos. Además, al
ser en recodo, si se conseguía forzar la primera puerta, la segunda resultaba
casi imposible de tumbar ya que el espacio entre ambas es tan reducido que no
permite el uso de arietes u otros objetos para forzarla.
Ese estrecho espacio en
recodo entre ambas entradas se convertía
en una trampa mortal para los atacantes, ya que en ese estrecho patio recibían
una verdadera lluvia de piedras y de flechas así como aceite hirviendo. Habría
que imaginar que en el ataque habría muchos muertos, y esos cadáveres
amontonados en el suelo, a su vez supondrían un obstáculo para los que
quisieran forzar la segunda puerta.
Espacio en recodo entre las dos puertas. |
Por último, si los
atacantes decidían que el asalto frontal era peligroso y preferían sentarse a
esperar a que el hambre y la sed hicieran su trabajo, un enorme aljibe en el patio permitía resistir durante mucho
tiempo. Y el tiempo era un enemigo igual de poderoso para el ejército sitiador
como para el sitiado, ya que necesitaba igualmente víveres para mantenerse, y
estos solían escasear en una zona devastada por la guerra.
El castillo estaba
preparado para resistir un gran ataque y defender a Navarra de los aragoneses. Pero
al final Sádaba no fue conquistada sino
vendida. Primero a un particular, Francisco de Villanueva, cuya familia fue
la dueña de la villa y del castillo hasta que los vecinos lograron reunir una
verdadera fortuna de la época, 23.000 sueldos jaqueses, y comprar su
independencia. Eso fue en el año 1399, y un año más tarde, en 1400, el rey de Aragón,
Martín I, reconoció la pertenencia de Sádaba a su reino. Desde entonces, Sádaba
no ha dejado de ser aragonesa.
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