13/3/14

Un castillo inexpugnable



En las tierras de las Cinco Villas, en la frontera entre Aragón y Navarra, se erige un castillo con nombre de hada, Sádaba. Construido sobre un pequeño cerro, vigila el camino entre los dos antiguos reinos rivales que durante la Edad Media estuvieron más tiempo enfrentados que en paz. Para resistir los ataques, se construyó de tal manera que resultaba inexpugnable.

Sádaba es un nombre extraño, con un claro sabor exótico, oriental. Dicen que el origen es árabe o incluso mucho más antiguo, como podrían sugerir los cercanos restos de la ciudad romana de Los Bañales. En todo caso, el nombre de Sádaba recuerda a un lugar lejano y misterioso situado a miles de kilómetros hacia oriente, con otros paisajes y donde se hablan otras lenguas, en vez del cerro donde se encuentra: en la comarca de las Cinco Villas, en la confluencia de dos valles que dan acceso a Uncastillo por un lado y a Castilliscar por otro. Al pie de las estribaciones del Prepirineo, controlando el acceso al Valle del Ebro. Un lugar estratégico entre los antiguos reinos de Navarra y de Aragón.

¿Será por su nombre que el castillo también es diferente a los demás de la zona? Sádaba es una fortaleza más propia de esas tierras del Próximo Oriente, como su nombre parece sugerir, que de la tierra en disputa entre Navarra y Aragón donde realmente se encuentra. Fundado en el año 1223 por el rey navarro Sancho VII el Fuerte para defender la zona de los ataques de sus vecinos, es un castillo como los que se construían en Siria y en Palestina hace 800 años, en época de las Cruzadas.

Corresponde al llamado “modelo Felipe Augusto”, el rey francés que en el S. XIII participó en la Tercera Cruzada en Tierra Santa. De planta ligeramente rectangular y flanqueada por siete torres, el castillo sigue el modelo musulmán de la época de las cruzadas y supone un cambio muy importante con respecto a otras fortalezas cristianas de la Edad Media. ¿Por qué se construyó un castillo como los de los cruzados en Aragón? ¿Fue por influencia del rey cruzado francés en la corte del rey navarro? ¿Fue porque era el mejor modelo de la época?

Independientemente de las causas, este modelo de castillo oriental reúne una serie de características defensivas que lo convertían en una fortaleza muy difícil de conquistar.


Unos muros muy altos y una trampa mortal

Entrada al castillo.
El espesor y la altura de sus muros tenían la función de resistir los impactos de proyectiles lanzados por catapultas y dificultar el ataque con escalas a las almenas. Los muros, además, cuentan con multitud de saeteras desde las cuales los guerreros del interior podían disparar al exterior sin ser heridos. Incluso se podían colgar de los muros los llamados matacanes, una especie de balcón de madera desde el cual se podía disparar fácilmente flechas y piedras a los enemigos que trataban de subir por las escalas y que en ese momento se encontraban indefensos tratando de mantener el equilibrio y la vida mientras les arrojaban todo tipo de objetos.  

Descartado el ataque asaltando el muro, el único acceso es una puerta estrecha en recodo, un recurso utilizado por los musulmanes en sus castillos. Está resguardada por dos de las siete torres del castillo, lo que permitía una defensa desde lo alto y desde todos los ángulos. Además, al ser en recodo, si se conseguía forzar la primera puerta, la segunda resultaba casi imposible de tumbar ya que el espacio entre ambas es tan reducido que no permite el uso de arietes u otros objetos para forzarla.

Ese estrecho espacio en recodo entre ambas entradas se convertía en una trampa mortal para los atacantes, ya que en ese estrecho patio recibían una verdadera lluvia de piedras y de flechas así como aceite hirviendo. Habría que imaginar que en el ataque habría muchos muertos, y esos cadáveres amontonados en el suelo, a su vez supondrían un obstáculo para los que quisieran forzar la segunda puerta.  
  
Espacio en recodo entre las dos puertas.
Por último, si los atacantes decidían que el asalto frontal era peligroso y preferían sentarse a esperar a que el hambre y la sed hicieran su trabajo, un enorme aljibe en el patio permitía resistir durante mucho tiempo. Y el tiempo era un enemigo igual de poderoso para el ejército sitiador como para el sitiado, ya que necesitaba igualmente víveres para mantenerse, y estos solían escasear en una zona devastada por la guerra.  


El castillo estaba preparado para resistir un gran ataque y defender a Navarra de los aragoneses. Pero al final Sádaba no fue conquistada sino vendida. Primero a un particular, Francisco de Villanueva, cuya familia fue la dueña de la villa y del castillo hasta que los vecinos lograron reunir una verdadera fortuna de la época, 23.000 sueldos jaqueses, y comprar su independencia. Eso fue en el año 1399, y un año más tarde, en 1400, el rey de Aragón, Martín I, reconoció la pertenencia de Sádaba a su reino. Desde entonces, Sádaba no ha dejado de ser aragonesa. 

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