9/12/12

Un palacio para una sola noche


En el corazón de la India más profunda, a la orilla del río Betwa, hace 400 años un maharajá hizo construir un enorme y bellísimo palacio. Él ya tenía uno, pero este nuevo edificio iba a ser para su amigo y señor el emperador mogol Jahangir. Según se cuenta, solamente se utilizó una noche.


India es un país de contrastes. Miles de mendigos de todas las edades invaden las calles mientras a sus espaldas se erigen suntuosos palacios que albergan a algunos de los hombres más ricos del planeta. Para estas personas la riqueza es algo más que simple acumulación material o un estilo de vida: es un instrumento de poder.


Jahangir.
Así lo veía el rey de Orcha a principios del S. XVII. Su reino, en el interior de India, pertenecía al inmenso y poderosísimo Imperio Mogol. Este imperio había estado gobernado durante casi medio siglo por Akbar el Grande, pero a principios del nuevo siglo, en 1605, Akbar murió y le sucedió su hijo Jahangir. Este, al igual que todos sus antecesores, tuvo que ganarse el trono e imponer su autoridad en todo el imperio para evitar secesiones. Por otro lado, el cambio de soberano era el momento para los señores del imperio de tratar de ganarse al nuevo monarca. Era importante causarle buena impresión para conseguir así una buena opinión en la corte e influencia y poder. Las cartas se estaban barajando de nuevo.

El maharajá de Orcha Bir Singh Deo llegó al trono en 1605, el mismo año que Jahangir. Pronto comenzó el acercamiento entre ambas partes, el rajá hindú y el emperador musulmán. Y ese mismo año comenzó la construcción del Jahangir Mahal, el palacio de Jahangir.


El palacio de Jahangir


Este palacio se construyó en torno a un enorme patio interior rodeado por más de un centenar de habitaciones comunicadas entre sí y profusamente decoradas con motivos sincretistas de las religiones hindú y musulmana. Flores de loto (el símbolo sagrado del hinduismo) y figuras de elefantes comparten espacio con caligrafías árabes y taraceas de clara influencia islámica (muy parecidas a otros lugares muy lejanos como la Alhambra de Granada).
Patio interior.

Pero lo que realmente destaca de este impresionante palacio es la puerta principal de entrada para el emperador mogol. Flanqueada por dos elefantes, la enorme puerta de madera –aún hoy sigue siendo la original- está ricamente decorada en el estilo hindú-mogol, todo un ejemplo de la realidad religiosa y cultural de este imperio en el que convivía una élite dominante minoritaria musulmana con una gran mayoría dominada de hindúes.


Entrada principal.
El palacio debía dar cobijo no solamente a Jahangir, también tenían que alojarse allí su séquito y cortesanos. Entre nobles, esposas, sirvientes y soldados podrían ser varios centenares e incluso miles las personas que iban avanzando lentamente y en una caravana casi interminable por los caminos del imperio acompañando al emperador mientras viajaba por sus dominios.
Este séquito debía infundir respeto y temor allí donde llegaba –además de enormes gastos de mantenimiento que recaían, como en todos los lugares del mundo, siempre en los campesinos y en los más humildes de cada lugar. Ver al emperador era todo un espectáculo y un problema fatal para aquellos que debían alimentar al séquito con sus cosechas. Pero ante todo era un acto de propaganda en un mundo sin medios de comunicación y en el que las noticias llegaban muy de vez en cuando y siempre tras un largo y tortuoso viaje.


Así pues Jahangir visitó Orcha y se alojó en el impresionante palacio construido en su honor. Según se cuenta, solamente se alojó allí una noche. Lo suficiente para aceptar la hospitalidad y la amistad del rajá Bir Singh Deo. Después continuó su camino. Nadie más ocupó el palacio, que desde entonces, cuatro siglos, ha permanecido vacío. Pero a Orcha le mereció la pena. Ambos soberanos fueron aliados y el reino disfrutó de su época de mayor esplendor. Aunque no iba a durar demasiado.



Al morir Bir Singh Deo en 1627 le sucedió Jhujhar Singh, que se rebeló contra los mogoles. Ese mismo año también murió el emperador Jahangir (curiosamente ambos llegaron al trono y murieron en los mismos años). Le sucedió su hijo Sha Jahan, que pasaría a la historia por construir el Taj Mahal en Agra. No tuvo piedad con Orcha y devastó el pequeño reino. Sin embargo, el palacio en el que su padre pasó una sola noche fue respetado.  
    

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