Adictos al opio. |
El
narcotráfico es una actividad generalmente ilegal y socialmente rechazada y
rechazable, pero muy rentable. Lo segundo siempre fue así, pero no pasa lo
mismo con la condena social y legal. Si hoy los gobiernos invierten miles de
millones en la lucha (ineficaz) contra las drogas, hace 170 años eran los
estados los que traficaban –o lo protegían- y se beneficiaban con la venta de
estupefacientes, aún a sabiendas de los perjuicios que provocaba en los
consumidores. Este fue el caso del Imperio Británico, que incluso no dudó en
recurrir a la guerra contra China hasta en dos ocasiones para defender los
beneficios de sus comerciantes-traficantes: las Guerras del Opio.
Cuando los europeos
comenzaron a comerciar con China hacia los siglos XVII y XVIII no tenían nada
interesante que ofrecer excepto plata. Los chinos, bien conscientes de su
supremacía en muchos aspectos tecnológicos y científicos, no anhelaban nada de
lo que se producía en Europa. Ni los tejidos, ni las máquinas, incluso el
armamento europeo les parecía basto e inútil. Este desprecio era fruto de una
mezcla de verdadero adelanto tecnológico y de chovinismo. El Imperio Chino se
consideraba a sí mismo el centro del mundo y se encerró en su propio entorno,
evitando toda expansión comercial y militar a pesar de contar con las
capacidades para ello.
Los europeos, en
cambio, sí querían productos chinos. Si hoy en día China es sinónimo de
productos baratos y de baja calidad, hace 400 años era todo lo contrario. Sus
sedas, porcelanas, especies, etc., eran muy codiciados y se vendían a precio de
oro en los mercados europeos. Sin embargo, los comerciantes –en ese momento
sobre todo españoles que operaban desde la colonia de Filipinas- tenían que
invertir enormes sumas de plata y oro de las minas americanas en comprarlos, ya
que el trueque de productos era imposible debido a la falta de interés chino
por el ‘Made in Europe’.
Así pues, sobre todo a
partir de mediados del S.XVIII, el flujo de plata con dirección a China fue
creciendo hasta provocar que en Pekín se amasaran enormes reservas en
detrimento de las europeas.
El opio de los ingleses
Combate naval entre chinos e ingleses. |
A partir del S. XVII los
ingleses comenzaron a asentarse en la cercana India y entraron en el mercado
asiático. Poco a poco se fueron haciendo con el control político de la zona. En
1757 un ejército de la Compañía de las Indias Orientales –soldados a
las órdenes de una empresa- derrotó a los indios en la batalla de Plassey y se
instaló definitivamente en Bengala. Sería el inicio del imperio británico en la
India y el fin de las relaciones comerciales tradicionales con China.
Ahora los ingleses
contaban con un producto que no era plata pero que sí interesaba en China y
mucho: el opio. Esta droga se producía en India y era muy popular –porque es
muy adictiva- y los ingleses no dudaron en inundar el mercado chino. El plan
era sencillo y cruel: creaban centenares de miles de drogadictos, clientes
cautivos de su producto, que a cambio del opio pagaban con las sedas y los
caros productos chinos. Incluso se invirtió la tendencia del flujo de la plata.
La venta se hacía por contrabando y de manera ilegal, igual que los carteles de
la droga de hoy, y el consumo masivo de opio se comenzó a pagar en metálico, de
tal manera que las reservas de plata acumuladas durante más de un siglo comenzaron
a agotarse rápidamente.
Las guerras del opio. |
Esto sucedió a
principios del S.XIX, una época en la que en Europa las guerras napoleónicas suponían
un gasto increíblemente alto para las potencias. Solamente los ingleses, que
contaban con la única gran flota del mundo en ese momento, tenían acceso
ilimitado a China, pero sólo a sus puertos. Querían que ese acceso por mar se
viera acompañado por el derecho a comerciar tierra adentro, en los inmensos
dominios imperiales que abarcaban millones de kilómetros cuadrados y millones
de habitantes que podían convertirse en clientes.
Pero el gobierno chino
se negaba a abrir sus puertas a los comerciantes extranjeros más allá de los
puertos, y mucho menos estaba dispuesto a legalizar el comercio del opio. La
tensión crecía y sólo hacía falta una excusa para forzar la entrada.
Guerra para forzar el narcotráfico
Esta llegó en 1839
cuando el gobierno chino, alarmado por la enorme cantidad de súbditos ‘enganchados’
al opio y por la gran cantidad de plata y riqueza que se perdía cada año para
pagar la droga, decidió poner un fin a este negocio ilegal del narcotráfico de la
misma manera que los gobiernos actuales prohíben la venta de estupefacientes. Pero
el gobierno británico no lo aceptó y atacó a los chinos. Fue la primera Guerra del Opio. Terminó en 1842 con la derrota china y la cesión del puerto de Hong Kong a los ingleses que solamente lo abandonarían en 1997.
Ya tenían la base
comercial que querían en China, y solamente necesitaban forzar un poco más para
obligar al imperio a permitirles el ‘libre comercio’ en el interior. Ese
momento llegó en 1856 con el estallido de la Segunda Guerra del Opio, en la que
también participó Francia del lado inglés. Duró hasta 1860 y terminó otra vez
con la derrota china, cuyo ejército estaba obsoleto frente al moderno cuerpo
expedicionario europeo. Ya no eran las condiciones del S.XVI y los
anglofranceses llegaron hasta Pekín, la capital, que fue conquistada.
Propaganda antichina. |
La derrota del imperio
chino fue total. Tuvo que hacer más concesiones, entre ellas permitir la
presencia de comerciantes europeos en más ciudades y legalizar el negocio del
narcotráfico. Esta manera de imponer su voluntad por parte de los imperios europeos
se llamó ‘diplomacia de cañonero’ e inauguró la era del imperialismo que acabó
repartiendo el mundo entre las potencias del Viejo Continente, a las que se
unirían más tarde los EEUU y Japón.
China, por su parte,
acabó humillada y forzada. Había tratado de proteger su soberanía y la salud de
sus súbditos y terminó vencida. La consecuencia fue la decadencia del imperio,
rebeliones, inestabilidad y guerras civiles. En 1911 cayó el último emperador y
se proclamó la república. Pero no sería hasta 1949 con la victoria del Partido
Comunista de Mao -en otra guerra civil- que China volvería a estar unificada
bajo un poder fuerte.
Hoy, 170 años después
de la Primera Guerra del Opio, el antiguo Reino del Centro vuelve a disputarse
un lugar entre las grandes potencias del mundo. Pero ahora son los comerciantes
chinos y sus productos los que inundan Europa. Y no ha hecho falta una guerra ni
vender drogas para conseguirlo.
Escena de la película "La Guerra del Opio" (Xie Jin, 1998)
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