La historia está plagada de ejemplos en los que la necesidad hace virtud. De cómo en momentos críticos las personas idean soluciones improvisadas que son tan sencillas y prácticas que acaban siendo adoptadas como norma general. Por ejemplo, dicen que en el siglo XVIII el aristócrata británico Lord Sandwich, después de pasar 24 horas jugando a las cartas, pidió que le sirvieran un trozo de carne entre dos rebanadas de pan para calmar su apetito. Sin embargo, desgraciadamente esa inventiva también se aplica a la guerra. Así, por ejemplo, una solución tan sencilla como la de atar un cuchillo a la boca de un fusil sin munición dio vida a una de las armas más longevas de la historia, la bayoneta.
La ironía ha querido que la bayoneta, uno de los símbolos de los ejércitos y de la guerra de los últimos 300 años, haya nacido en una ciudad provinciana.y tranquila del suroeste de Francia. Bayona, a pocos kilómetros de la frontera con España, es la típica capital de departamento francés. Bucólica, pacífica, incluso un poco aburrida, esta ciudad de poco más de 45.000 habitantes tiene todo lo que un visitante espera encontrar en una excursión: un río y una pequeña catedral rodeada de un casco antiguo con sus calles comerciales plagadas de tiendas de recuerdos turísticos y de gastronomía.
Centro de Bayona. |
Nada en el centro de la tranquila Bayona evoca a la violencia o a la guerra hasta que el visitante observa sus afueras. Anchas murallas defensivas y fortines ya abandonados hace mucho tiempo delatan el pasado belicoso de la que fue durante muchos años una ciudad fronteriza siempre en primera línea de fuego en las diferentes guerras contra España. A pocos kilómetros de San Sebastián, en el lado español, Bayona se encontraba en medio de la ruta de invasión de Francia, por lo que siempre corría el riesgo de ser atacada.
El siglo XVII fue especialmente belicoso en Francia, ya que además de participar en la mayor de las guerras ocurridas hasta ese momento, la de los Treinta Años (1618-1648), se sucedieron varias guerras civiles y sublevaciones que hicieron sufrir a los franceses un siglo muy duro y lleno de sufrimiento e incertidumbre. Aunque no está claro con exactitud cuando ni como ocurrió, fue en alguno de estos episodios bélicos cuando los habitantes de Bayona tuvieron que echar mano de la improvisación para defenderse.
Fortín del siglo XVIII. |
Avanzado el siglo XVII los ejércitos habían evolucionado significativamente hacia el uso de armas de fuego en detrimento de las clásicas lanzas y espadas. Los mosquetes –una especie de fusil muy rudimentario que disparaba un solo tiro y que debía ser recargado cada vez que era disparado- eran todavía imprecisos y tenían un problema: no servían de nada si se quedaban sin municiones.
Eso debió de sucederles a los bayoneses a los que se les ocurrió clavar un cuchillo en las bocas de sus mosquetes. No tenían pólvora ni balas, pero repelieron el ataque “a la bayoneta”, y la idea tuvo tanto éxito que acabó por ser apropiada y mejorada por los demás ejércitos europeos.
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