9/7/13

LOS ALIADOS VUELVEN A EUROPA


Hace 70 años, en la noche del 9 al 10 de julio de 1943, los aliados volvieron a poner su pie en Europa después de haber sido expulsados tres años antes tras la conquista alemana de Francia. Esa noche desembarcaron en la isla de Sicilia y por primera vez en la Segunda Guerra Mundial llevaron la lucha al territorio de sus enemigos. Italia y Alemania acababan de ser expulsados de África, y ahora debían hacer frente a una amenaza directa: un nuevo frente en el Mediterráneo.

Después de ser expulsados de Túnez, los alemanes sabían que los aliados angloamericanos no iban a detenerse en el norte de África. Sabían que atacarían en algún lugar del Mediterráneo. ¿Pero dónde? Había miles de kilómetros de costa donde podían ser invadidos. En el sur de Francia, en la costa dálmata, en Grecia, y también, claro, en Sicilia.

Para no corre riesgos, la Wehrmacht alemana y sus aliados italianos tuvieron que cubrir con miles de soldados todos esos kilómetros de costa por si acaso. Un esfuerzo muy considerable teniendo en cuenta que en el corazón de Ucrania se estaba librando una de las batallas más espectaculares de la historia en torno a la ciudad de Kursk en la que participaban millones de soldados soviéticos y alemanes. La cuerda se estaba empezando a estirar demasiado para Alemania y amenazaba con romperse en cualquier momento.

Eso era precisamente lo que buscaban los aliados. Querían confundir a sus enemigos sobre sus intenciones, crear falsas expectativas y mandar señuelos que les distrajesen del verdadero objetivo de la invasión: Sicilia. Por eso inventaron un plan muy sencillo: hacer creer al enemigo que desembarcarían en otro lugar.
  
Un cadáver abrió el camino para la invasión de Sicilia. El gancho de esta historia fue “el hombre que nunca existió”: el oficial de la marina británica William Martin. Su cuerpo apareció flotando el 30 de abril de 1943 en la costa de Huelva. Portaba un maletín con una información muy delicada: los presuntos planes de una invasión de Grecia y Cerdeña. Las autoridades franquistas por supuesto hicieron llegar esa información a los alemanes, que creyeron tener la clave de la futura invasión. Pero era un ardid. William Martin no existía, todo fue un engaño que tuvo éxito. Cuando desembarcaron los soldados estadounidenses y británicos en Sicilia el 9 de julio, las mejores tropas alemanas estaban en Grecia esperándoles.

La mayor invasión de la historia
Fue la mayor invasión anfibia de la historia hasta ese momento, la Operación Husky, aunque un año después sería superada por el desembarco de Normandía. Unos 160.000 soldados aliados fueron transportados y lucharon en Sicilia. Un mes más tarde, más de 5.500 habrían muerto, casi 20.000 habrían resultado heridos y unos 4.500 habrían desaparecido.

Estas cifras demuestran que la lucha fue despiadada. A los aliados se enfrentaron unos 265.000 soldados italianos, la mayoría hartos de la guerra y de poco valor militar. La guerra estaba llegando a su casa y muchos ya veían que la guerra se estaba perdiendo. La fe en Mussolini se estaba hundiendo y con ella la motivación de continuar la lucha. En septiembre de 1943, tan sólo dos meses después del desembarco en Sicilia, el dictador italiano sería depuesto por sus propios seguidores e Italia se rendiría. Pero Hitler no estaba dispuesto a tirar la toalla tan fácilmente.

A pesar de estar enfrentándose a una durísima lucha en el este contra la URSS, el dictador alemán reaccionó rápido y envió a la élite de sus fuerzas a repeler la invasión en Sicilia. La división panzer (blindada) Hermann Göring y los paracaidistas, en total 40.000 hombres motivados y muy bien entrenados que, sin embargo, poco podían hacer contra la enorme superioridad material y aérea de los aliados.

La lucha fue cruel y despiadada. El calor veraniego, la resistencia y el terreno montañoso muy dado a emboscadas convirtieron la batalla en un infierno sin reglas. Más de 60 prisioneros de guerra italianos fueron asesinados por los norteamericanos sin que hubiera consecuencias penales. Incluso el propio general Patton fue relevado del mando tras amenazar a un soldado que sufría estrés por el combate. Los nervios estaban a flor de piel y la lucha era atroz y los avances lentos porque los alemanes, que sabían que poco podían hacer, retrasaron la caída para organizar la retirada al continente salvando todo lo que se pudiera salvar.


Esta táctica tuvo éxito. Los aliados tardaron más de un mes en conquistar la isla y sufrieron 30.000 bajas. Los alemanes e italianos, por su parte, lograron evacuar más de 100.000 soldados que participarían en el futuro en las batallas de Italia, el siguiente paso en la guerra en el Mediterráneo. 

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