3/11/11

Una batalla al otro lado del mundo

El hundimiento del San Diego.
La alarma cundió en la lejana colonia española de Filipinas. Habían llegado los holandeses y las fortificaciones no estaban preparadas para la guerra. Solamente había una oportunidad: interceptar los barcos del famoso pirata holandés (o navegante, según con quien se hable), Olivier van Noort, antes de que sus soldados llegaran a tierra. Era diciembre del año 1600, y van Noort había abandonado su patria dos años atrás con el objetivo de dañar todo lo posible el comercio español y portugués en el extremo oriente (Portugal formaba parte de la monarquía hispánica desde 1580). Había llegado a Filipinas y parecía que nada se interponía a su deseo de saquear y ocupar la capital Manila.


Filipinas, que debe su nombre a Felipe II, era la colonia más exótica y lejana del imperio español. Descubierta por Magallanes y conquistada y colonizada desde la expedición del guipuzcoano López de Legazpi desde 1568 hasta su muerte en 1572, era una base adelantada con el objetivo principal de comerciar con otros pueblos de oriente.

El puerto de Manila era un lugar muy próspero de intercambio comercial entre el mundo occidental y oriental: seda, especies, porcelana, y un largo etcétera de bienes se almacenaban allí, donde se encontraban los comerciantes chinos, musulmanes de Indonesia, incluso inmigrantes japoneses en busca de riquezas. A cambio, adquirían bienes de las colonias españolas en América, especialmente la plata de Nueva España, hoy México, desde donde partía cada año el famoso galeón que después regresaba a Veracruz cargado de exóticas riquezas orientales. Filipinas era pues un lugar rico y muy apetecible para los enemigos de España.

Olivier van Noort.
Era el 10 de diciembre de 1600 y los tres barcos de van Noort se aproximaban al puerto de Manila cuando fueron interceptados por la armada española, o mejor dicho, los dos barcos que los españoles tenían allí. Uno de ellos, el galeón San Diego, estaba allí de casualidad, ya que debería regresar a Nueva España cargado de mercancía. No había nada más para repeler el ataque, así que si fracasaban, Manila sería destruida.

Cuando los holandeses entraron en la bahía de Cavite el San Diego se abalanzó contra la nave capitana de van Noort. Entablaron un intenso combate que terminó con la victoria española que capturó el barco enemigo y a su comandante. Sin embargo, la lucha había sido tan intensa que se produjo una vía en el casco del San Diego por donde empezó a entrar agua que inundó el navío que se hundió rápidamente. Van Noort pudo escapar, así como unos 100 marineros. No pudieron salvarse otros 300, que fueron arrastrados al fondo del mar junto a todas sus pertenencias y demás artículos que transportaba el barco. El San Diego se había hundido, pero Manila se había salvado.

El tesoro vuelve a tierra
El pecio del San Diego.
Casi 400 años después de la batalla, en 1991, se descubrió el pecio en el fondo de la bahía, y con él un verdadero tesoro multicultural, la mejor prueba de la naturaleza de la monarquía hispánica en Asia. Más de 6.000 objetos fueron rescatados del fondo del mar, entre joyas, monedas, armas, e incluso jarrones de la más sofisticada porcelana china de la dinastía Ming.

Hoy una buena parte de este tesoro se encuentra expuesta en el Museo Naval, en Madrid. Jarrones de los más variados orígenes asiáticos y en muy buen estado pueblan las estanterías. Son de Siam (hoy Tailandia), China, e incluso de la lejana y misteriosa Birmania. En su día vendrían llenos de especies o de otros artículos imposibles de encontrar en Europa. Pero no por eso su decoración es menos sofisticada. Por ejemplo, destacan las ánforas con asas en forma de dragón, o las grandes tinajas birmanas decoradas con humildes pero impresionantes formas.

También llama la atención la mezcla de orígenes entre las monedas halladas en el pecio. La mayoría son españolas, acuñadas en Nueva España con la plata de las minas de Potosí. Pero también hay monedas chinas, más pequeñas y con un gran cuadrado vacío en medio. Demuestra la variada procedencia de los marineros, o también el intenso intercambio en el puerto de Manila, en el que podrían encontrarse medios de pago de todo el sureste asiático.  

Japoneses al servicio de España
Restos de jarrones y porcelana del San Diego.
Pero lo más curioso de los restos rescatados del San Diego son las empuñaduras de katanas, los sables japoneses. No se conservaron sus filos metálicos y mortales, pero sí delatan la presencia de nipones en el barco durante la batalla. Estos marineros japoneses vivirían en Filipinas atraídos por la inmensa riqueza de Manila, y fueron enrolados en el galeón para luchar contra los holandeses. En el año 1600 no importaba la nacionalidad para poder servir al rey. Su imperio, donde nunca se ponía el sol, estaba compuesto por decenas de nacionalidades con culturas e idiomas diferentes. Estas katanas del San Diego representan la multiculturalidad del inmenso imperio hispánico, en el que se hacía un esfuerzo para luchar contra el enemigo que amenazaba, en este caso, el comercio y el bienestar común.

Fue precisamente esta enorme extensión de los territorios de la monarquía lo que provoca que se pueda hablar en esa época de la verdadera primera guerra mundial, ya que el conflicto entre españoles y holandeses no solamente se libró en los Países Bajos. También fueron escenarios bélicos los dominios españoles en Asia, América y África. El San Diego y sus 300 tripulantes fueron víctimas de esta escalada.  

3 comentarios:

  1. Muy interesante.
    Efectivamente los japoneses de Filipinas junto con los propios filipinos eran los mejores aliados del España en Asia.

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  2. Felicidades por el blog. Me gustó esta entrada. Te invito a que leas mis notas en:http://lanaova.blogspot.com/

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  3. Muchas gracias por vuestros comentarios. Debo reconocer que me sorprendió muchísimo descubrir restos de armas japonesas entre los objetos rescatados del San Diego expuestos en el Museo Naval de Madrid. Creía que Japón vivía en esa época en un aislamiento total, sin embargo está claro que las personas, una vez más, rompen los tópicos de la historia.
    Cuauhtémoc, enhorabuena por tu blog. le he echado un vistazo y me gusta mucho. Me interesa la historia del galeón de Manila y las relaciones entre América y Asia.
    Un saludo y gracias por vuestros comentarios.

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