8/9/11

A comer patata por orden del rey

La patata es un tubérculo tan habitual en nuestra dieta que parece que ha sido así siempre. Sin embargo, es un ingrediente relativamente nuevo en las cocinas de Europa, incluso en aquellos lugares donde ahora se considera el ‘plato nacional’. Es el caso de Alemania, donde la patata era prácticamente desconocida hasta bien entrado el siglo XVIII y no se consideró comestible por la población hasta que el rey prusiano Federico II el Grande mandó a sus súbditos que la cultivaran y consumieran.

La causa de esta orden está en el hambre. La Prusia del siglo XVIII era un país pequeño, muy boscoso y comparativamente pobre, con poco suelo para cultivar y escasamente fértil. No se podía cultivar más allá de lo necesario para cubrir la mera subsistencia y la población dependía del azar meteorológico para sobrevivir. Esto había sido siempre así, pero la situación exigía un cambio debido al aumento de la población y, sobre todo, por las ideas de la Ilustración. Existían remedios para evitar el hambre y la ciencia y la racionalidad estaban comenzando a sustituir la forma de pensar tradicional que se resignaba ante las sequías o inundaciones explicándolo como la ‘voluntad de Dios’. Los ilustrados no pensaban así, ya que si existían remedios racionales para paliar el hambre deberían aplicarse. Y Federico II era un ilustrado.

Federico II. de Prusia.
Al poco de acceder al trono en 1740 Prusia sufrió una hambruna espantosa, como las que periódicamente azotaban Europa cuando el tiempo no acompañaba a las cosechas. La gente moría a millares y el rey, que tenía ambiciosos planes para su Estado, no podía permitir que Prusia se debilitase demasiado, lo que le haría muy vulnerable ante sus poderosos vecinos. Así fue como recurrió a la patata, un tubérculo muy resistente descubierto en América por los españoles y llevado por éstos al viejo continente.

Así fue como en 1744 cientos de carromatos custodiados por soldados y funcionarios salieron de Berlín para recorrer todas las ciudades y aldeas del reino para presentar la patata a los campesinos y explicar cómo se plantaba y comía. Pero el recibimiento del nuevo comestible no podía haber sido más hostil.

La gente aplicó el antiguo dicho alemán de que “el campesino no come lo que no conoce”, y rechazó de plano la patata. Sospechaban de una planta de la que se comen las raíces y se desecha el tallo, y que se presentaba manchada de tierra. Se las tiraron a los perros y éstos tampoco las querían, por lo que la orden del rey no se aplicó.

Pero Federico II no se dio por vencido y año tras año mandó más y más expediciones al campo para explicar las bonanzas de la patata. Para dar fuerza a su iniciativa en 1745 aprobó una ley que obligaba a los campesinos a reservar el 10% de sus tierras para el cultivo de este tubérculo. Los prusianos estaban obligados a plantar y a comer patatas por ley. Ya se sabe la forma de gobernar de los déspotas ilustrados: todo para el pueblo pero sin el pueblo.

La patata tardaría aún varios años en consolidarse en el menú de los prusianos y no fue hasta la siguiente hambruna, hacia 1770, que demostró su fortaleza ante las inclemencias meteorológicas salvando la vida a miles de campesinos. Hoy la patata es el ingrediente fundamental de la dieta alemana.

4 comentarios:

  1. Dani Pajarrako17:21

    Como me dijo nuestro querido Kole...¿paraqué hablas de política?, ¿acaso te hablo yo de patatas?...jejeje

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  2. Anónimo17:57

    Y más recientemente, durante las penurias de la segunda guerra mundial, también se recurrió mucho a la patata. Mi abuela cuando hablaba de la guerra, hablaba de búnkers, bombas y patatas...

    Saludos Micha!

    Jan

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  3. Hola, pues menuda la lió la patata. ¿Os imagináis la vida sin las Kartoffeln? Un abrazo

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  4. Que buenas están aliñadas, o con ali-oli o en plan afrancesado à la niçoise...
    Aupa Micha!!

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