11/3/11

UNA MEDIA LUNA PARA COMÉRSELA

Dicen que el desayuno es la comida más importante del día. Hay muchas formas de tomarlo, pero una de las más populares es comerse un buen croissant, o cruasán en español. Se suele tomar con mermelada, a la plancha o mojándolo con el café. Pero lo que generalmente ignoramos cuando saboreamos este pequeño trozo de hojaldre con mantequilla es que simboliza la victoria de un gran imperio hace más de 300 años.

El origen de este bollo data del siglo XVII y no está en Francia sino en Austria, en concreto en su capital, Viena. Esta ciudad fue durante mucho tiempo la capital de un imperio gobernado por la dinastía de los Habsburgo. Sus súbditos hablaban alemán, italiano, checo, serbocroata, húngaro, incluso español. Reinaban sobre un verdadero mosaico de pueblos y de paisajes con pocos elementos en común. Solo coincidían en una cuestión fundamental: formaban una poderosa barrera contra el expansionismo de los turcos.

Mapa de Viena, s.XVI.
Los turcos otomanos eran poderosos. Tenían millones de súbditos y su capital era la antigua Roma de Oriente, Constantinopla, que habían rebautizado como Estambul. Los turcos habían tomado el relevo de los árabes y ahora eran ellos los que empuñaban la espada del Islam para expandir su fe por el mundo. Ya controlaban el norte de África, Oriente Medio y los Balcanes. Solamente había un obstáculo para la conquista del resto de Europa: Viena.

Por dos veces trataron de someter la ciudad del Danubio. La primera vez fue en 1529. Unos 120.000 soldados turcos asediaron la capital de los Habsburgo que solamente contaba con unos 20.000 defensores, entre ellos 700 arcabuceros españoles. Los turcos no pudieron tomar Viena como habían planeado y tuvieron que retirarse cuando llegó el invierno para el que no estaban preparados. Una anécdota de este asedio es que, al parecer, los turcos abandonaron varios sacos de café que fueron capturados. Nació así el Café Vienés. 

El asedio de Viena de 1683.
El segundo intento de tomar la ciudad fue en 1683. Esta vez los turcos sí llegaron bien preparados y equipados con más de 150.000 soldados. Para enfrentarse a ellos se creó una alianza de reyes cristianos, pero estaban lejos y sus ejércitos todavía tenían que formarse, por lo que no estaba claro que pudieran llegar a tiempo. Mientras tanto, los vieneses sufrieron un asedio de más de dos meses y en condiciones muy duras. Completamente rodeados, parecía que todo estaba perdido cuando se produjo el milagro.  

Los turcos sabían que el ejército de socorro no andaba lejos, por lo que decidieron tomar la ciudad al asalto antes de que fuera tarde. Para ello empezaron a cavar una zanja por las noches con el objetivo de ir acercándose poco a poco a las murallas. Cuando ya estaban muy cerca fueron descubiertos por los únicos que trabajaban antes del amanecer: Los panaderos. Los turcos fueron rechazados y poco después completamente derrotados por el ejército cristiano de socorro.

La alarma de los panaderos salvó a Viena y evitó que los turcos conquistaran Europa. En reconocimiento a su labor, el emperador les concedió el honor de amasar el pan en forma de media luna, el símbolo del imperio turco. Los turcos no pudieron conquistar Viena, pero sí dejaron los ingredientes de cualquier buen desayuno: café con cruasán.

2 comentarios:

  1. Hay que ver, lo que aprendo contigo! Y hoy, además, me has despertado el hambre! Qué rica entrada!

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  2. Anónimo12:53

    Me encanta esta entrada, con lo que me gustan a mi los cruasanes, a la plancha, solos, con café....mmmmmm......

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