17/2/11

La última marcha del prefecto

Teodosio I.
La columna parecía interminable. A su paso sonaba una música triste y constante, mezcla de llantos, lamentos y letanías. Caras acontecidas fingiendo tristeza o sufriéndola de verdad. Durante el camino, una gran nube de polvo envolvía la comitiva de día, y la suma de antorchas la iluminaba de noche. Todo un espectáculo que despertaba la curiosidad de los ciudadanos allí por donde pasaba. El cortejo estaba  conformado por cientos de personas entre soldados, obispos, monjes y beatas, plañideras y sirvientes.  Acompañaban a Acatia en la mayor marcha fúnebre conocida hasta el momento. Había fallecido su marido, el gran Materno Cinegio, mano derecha del emperador, y se lo llevaban a sus tierras para que descansara en paz.

Más de 2.800 kilómetros separan Constantinopla, la capital del Imperio Romano a finales del siglo IV, del destino de la comitiva: La gran villa que Materno había mandado construir a orillas del río Guadarrama, en Hispania, cerca de la ciudad de Toletum, la actual Toledo. Constaba de al menos tres edificios principales: Su residencia, decorada con ricos mosaicos; una basílica para las grandes reuniones y fiestas con los personajes más influyentes de la zona; y lo que los arqueólogos interpretan que puede ser un mausoleo.

Restos de la basílica
Materno Cinegio había sido el hombre de confianza de su señor que, como él, había nacido en el territorio romano de Hispania. Teodosio le había nombrado Prefecto del Pretorio de Oriente (Praefectus Praetorio Orieritis) en el año 384, un honor muy especial que conllevaba también un gran poder. Tenía la misión de acabar con el paganismo. Materno, que fue bautizado en la fe cristiana poco antes, se convirtió en el verdugo de los últimos restos de la cultura clásica, de sus templos y de su filosofía.

Cientos de templos y de imágenes de los antiguos dioses cayeron víctimas de la furia destructora de los hombres del prefecto. Funcionarios, monjes, o simples conversos atemorizados no dudaron en seguir sus instrucciones y reducir a escombros templos milenarios en Egipto o de una gran tradición en el  mundo griego como los de Apamea o Edesa. Aunque ya estaban casi olvidadas, ya no volverían a escucharse nunca más las plegarias a Júpiter, Marte o Minerva, las mismas que sonaron en labios de los legionarios muchas generaciones atrás mientras conquistaban el imperio. La misión se cumplió de manera tan eficiente que ya no habría más dioses. Después de Materno solamente quedaría uno: el cristiano.       

Detalle de mosaico de la villa
El Prefecto de Oriente se encontraba en el cenit de su carrera cuando murió en el año 388. Su mujer quiso llevarse el cuerpo de su esposo para enterrarlo en su propiedad, pero el emperador se lo prohibió. Las provincias occidentales se habían sublevado contra su autoridad, lo que hacía imposible cumplir este deseo. Materno fue enterrado en la corte junto a la familia imperial. Debería ser para siempre, ya que la ley romana impedía mover los cuerpos sepultados.

Pero la influencia de Materno iba más allá de su muerte. Un año después, una vez sofocada la revuelta, Teodosio autorizó el traslado del cadáver de su siervo a Hispania. Comenzaba así el largo cortejo fúnebre que recorrió una distancia abarcaba gran parte del imperio de Teodosio.

Todo debía demostrar el poder de Materno: Las embajadas de acogida en las ciudades, los altos de iglesia en iglesia, los velorios, las antorchas, los salmos, los cantos fúnebres, los panegíricos loando al finado, y las exequias finales antes de depositar el cadáver en la basílica de la villa, ya transformada de basílica civil en iglesia paleocristiana.

Pocas demostraciones más de poder le quedarían al Imperio Romano por realizar. No muchos años después de la última marcha de Materno Cinegio moría el emperador Teodosio, el último monarca que reinó sobre un estado unificado hasta que sus hijos Honorio y Arcadio lo separaron definitivamente en sus partes occidental y oriental. El final del Imperio era ya cuestión de tiempo, al menos en su parte occidental. El mundo tal y como era conocido se derrumbaría. También la gran villa del prefecto de la que solamente sobreviven sus maravillosos mosaicos.



Pincha aquí si quieres más información sobre la villa de Materno en Carranque (Toledo).


4 comentarios:

  1. Anónimo21:42

    Yo he estado allí y si, los mosaicos son maravillososssss.......
    Patu.

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  2. Los mosaicos conservados en la villa de Carranque son una auténtica maravilla, si algún día encuentran la tumba de Materno habrá que volver al parque arqueológico...

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  3. Encantado con esta entrada. Mi ignorancia, que es grande sobre muchos asuntos, era absoluta sobre el señor Materno hasta este instante. Me he pasado, después un buen rato viendo el enlace. Lugar indispensable de excursión. Gracias, pues.

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  4. Gracias por vuestros comentarios. La villa de Carranque es un lugar muy interesante y está muy cerquita de Madrid. No la conoce mucha gente y merece la pena vistarla.
    Un saludo para todos

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