Cuando el 1 de enero de
1959 las tropas rebeldes de Fidel Castro, el Che Guevara y Camilo Cienfuegos
entraron en la Habana comenzó un tiempo nuevo para Cuba. El dictador Batista
huyó la noche anterior para no volver nunca más y los cubanos tenían la
esperanza de un futuro próspero y nuevo. Hoy, más de 54 años después, esta
historia se cuenta como el comienzo de una revolución comunista. Pero esta no
llegó hasta años más tarde.
Castro era un
nacionalista de origen burgués. No desdeñaba el socialismo como ideología
modernizadora de los países en desarrollo, ya que en esa época la URSS todavía
conservaba su prestigio como potencia progresista, pero él no era comunista. De
hecho su guerrilla no se definía como tal. El Movimiento 26 de Julio era una
amalgama de opositores a Batista que incluía desde la izquierda hasta la
derecha. De los jefes, sólo el Che y Raúl Castro eran comunistas declarados.
Fidel Castro en el Kremlin. |
Lo que Castro buscaba
era la independencia de Cuba y su plena autonomía política. Para ello
necesitaba controlar su economía que se encontraba prácticamente en manos de
empresas de los EEUU. De hecho, al principio la administración Eisenhower no
vio con malos ojos la llegada de Castro. Prometía progreso y un gobierno más
eficiente en Cuba. Sin embargo, las nacionalizaciones de las empresas y la reforma
agraria en detrimento de los intereses de las empresas estadounidenses
cambiaron esa visión para siempre.
De uno o de otro
En el mundo bipolar de
la guerra fría era muy difícil mantenerse al margen. O se era de uno u otro de
las dos grandes potencias. Solamente los países con regímenes fuertes y un
valor añadido que les otorgaba fortaleza (como Egipto o India) podían
considerarse “no alineados”. Ciertamente Cuba no podía, ya que necesitaba
materias primas para su economía que no podía conseguir si no se encuadraba en
uno de los bandos. Al arrebatarle el control de las empresas a EEUU, Cuba no
tuvo más remedio que aceptar a la URSS como su nuevo patrón.
En febrero de 1960
visitó Cuba Anastás Mikoyán, miembro del Politburó de la URSS, para ofrecer
un mercado en el que vender el azúcar cubano a cambio de materias primas como
petróleo y un crédito millonario. En abril de 1961 la CIA trató de derrocar a Castro
a través de una invasión fallida en la Bahía de Cochinos. Castro supo entonces
que, además de la ayuda económica, necesitaba un escudo militar.
Azúcar cubano. |
La URSS aprovechó esta
demanda para instalar misiles nucleares en Cuba, lo que, al ser descubiertos
por los EEUU, provocó en octubre de 1962 la llamada crisis de los misiles. La
URSS aprovechó la cercanía geográfica de Cuba a los EEUU para amenazar a su
rival de la misma manera que éste amenazaba territorio soviético desde Turquía,
miembro de la OTAN. Al final la crisis se desactivó con la retirada por ambas
partes de sus respectivas lanzaderas.
Castro interpretó la
retirada soviética como un desaire. Las relaciones se enfriaron y Cuba trató de
emprender un camino por solitario. Pero era imposible. No tenía recursos y
dependía de la ayuda exterior. Los EEUU estaban empeñados en señalar a Cuba
como un enemigo y finalmente Castro tuvo que ceder y se incorporó plenamente al
bando comunista como un estado satélite más.
En junio de 1963 Castro
viajó a la URSS y rindió pleitesía a sus líderes. A cambio, Cuba se integró en
el Consejo de Ayuda Mutua Económica
(COMECON), la organización económica del bloque comunista, en el que Cuba
exportaba su azúcar (condenada prácticamente a ese monocultivo) a cambio de
materias primas muy baratas. El proceso culminó cuando en las
organizaciones revolucionarias cubanas se unificaron y se creó el Partido
Comunista de Cuba que se convirtió en el partido único. Desde 1965 Castro fue
su secretario general hasta que renunció por enfermedad en 2011.
Vídeo de Fidel Castro en una visita a la URSS:
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