En
la noche del 16 de marzo de 1938 el dictador fascista Benito Mussolini envió un
telegrama al general Vincenzo Velardi, el jefe de la Aviación Legionaria
italiana que apoyaba a Franco en la Guerra Civil de España. El Duce italiano le
ordenó “iniciar desde esta noche acción violenta sobre Barcelona con martilleo
espaciado en el tiempo”. Al día siguiente dio comienzo esa “acción violenta”.
Tres días de bombardeos que dejaron un saldo de entre 900 y 1.300 muertos y
entre 1.500 y 2.000 heridos. Hoy, 75 años después, la Audiencia de Barcelona ha
ordenado investigar estos bombardeos y a los responsables de este crimen.
El 17 de enero de 1938
a las dos de la tarde, una enorme explosión hizo temblar Barcelona. Fue una
explosión terrible, inmensamente destructiva, el infierno en la tierra. Una
bomba italiana tirada desde un bombardeo Savoia hizo diana en un camión que
transportaba explosivos. Fue un acierto inverosímil, casi imposible. El camión
pasaba justo frente al cine Coliseum, en pleno centro de la ciudad, en la
confluencia de la Gran Vía con la Rambla de Cataluña. Todo quedó hecho añicos. La columna de humo alcanzó los 250 metros de
altura e incluso sorprendió a los propios aviadores atacantes. Fue el colofón
de la “violencia” que exigía Mussolini contra la capital catalana y, en ese momento,
de la República Española.
Aviones italianos sueltan sus bombas. |
Los ataques se realizaron con
absoluta impunidad y provocaron la repulsa de los países occidentales. Por
ejemplo, el entonces secretario de Estado estadounidense, Cordell Hull, escribió
una condena oficial en la que lamentaba que “cuando la pérdida de vidas humanas
entre la población civil no combatiente es quizás mayor que nunca lo haya sido
en la historia, creo que estoy hablando en nombre de todo el pueblo norteamericano
cuando expreso un sentimiento de horror por todo lo sucedido en Barcelona...”.
Pero esto no impidió que la masacre continuara.
Mussolini apoya a Franco desde el principio
Los italianos
comenzaron pronto a apoyar a Franco y a los militares españoles en su golpe de
Estado contra el gobierno del Frente Popular el 18 de julio de 1936, que muy
pronto degeneró en una guerra civil. Las causas de este apoyo fueron muchas y
variadas, pero había dos fundamentales: el anticomunismo fascista y, sobre
todo, el ansia de conquistar un imperio en el Mediterráneo. Mussolini pronto
envió a “voluntarios” fascistas a Mallorca donde camparon a sus anchas y crearon
una base que operaba incluso de manera independiente del mando franquista.
¿Quería Mussolini quedarse con esta isla?
Consecuencias de las bombas en Barcelona. |
Desde esa base balear los
italianos procedieron a atacar a los barcos que llevaban suministros a los
puertos mediterráneos de la República. Pero también fue utilizada como gran
aeropuerto desde el cual los aviones fascistas atacaban territorio republicano.
Al principio esos ataques fueron esporádicos. La guerra parecía que iba a durar
poco y que Madrid, y con ella la República, iban a caer. Pero en noviembre de
1936 la capital de España resistió. Como castigo Franco y sus aliados alemanes
e italianos bombardearon la ciudad. Fue la primera vez que una gran ciudad
europea era atacada desde el aire con el objetivo puro y duro de aterrorizar a
la población.
Los italianos
participaron con sus aviones en esos ataques contra la población civil, al
igual que participaron con soldados de infantería en las ofensivas franquistas.
En febrero de 1937 conquistaron Málaga, provocando el terror de miles de
personas que huyeron despavoridas, y en marzo de ese año fueron derrotados y
humillados por el Ejército Popular republicano en Guadalajara. ¿Provocó esa
humillación la ira de Mussolini? ¿Aspiraba a vengarse?
Los fascistas italianos
y los nazis alemanes fueron los primeros que aplicaron el terror desde el aire
contra la población civil con el consentimiento y el apoyo del mando
franquista. Ese “experimento” militar adquirió nombre propio con la destrucción
de Guernica en abril de 1937 por la Legión Cóndor alemana, localidad que fue
barrida del mapa con bombas incendiarias diseñadas específicamente para arrasar
el objetivo y provocar el terror entre la población. Un año después le tocaría
el turno a Barcelona.
La venganza del Duce
La ciudad condal era en
ese momento la sede del Gobierno de la República, que se trasladó desde Madrid
primero a Valencia y después a Cataluña. Le habían seguido el paso millares de
refugiados de toda la España republicana, muchos de ellos huidos de los
bombardeos de Madrid, lo que hizo que la población barcelonesa se inflara hasta
llegar al millón de habitantes, todo un reto logístico para aquella época.
Impactos sobre Barcelona. |
Los fascistas,
conscientes de esa aglomeración de sobre todo mujeres, niños y ancianos,
atacaron desde el aire sin piedad. ¿Quería vengarse Mussolini de su derrota en
Guadalajara? ¿Buscaba demostrar su poder militar en el Mediterráneo ante un
Franco que tardaba demasiado en ganar la guerra? ¿Quería darle una lección a
Hitler de que era él quien mandaba en el eje entre ambos países?
Las bombas cayeron durante toda la guerra sobre la ciudad catalana. Según los investigadores Santiago
y Elisenda Albertí, autores del libro Perill de bombardeig! Barcelona sota les bombes (1936-1939,) como consecuencia
de todos los bombardeos al
final murieron en total unas 3.000 personas, unas 7.000 resultaron heridas, y
más de 1.800 edificios fueron destruidos o dañados hasta el 25 de enero de
1939, el día del último ataque antes de la conquista de Barcelona por los
franquistas.
La memoria de estos ataques sigue luchando por
sobrevivir, así como el derecho a que se haga justicia. Aunque sea una acción
meramente simbólica –pero no por ello menos importante- la Audiencia de Barcelonaha ordenado investigar los bombardeos ocurridos hace 75 años. Se investiga si
aún queda algún responsable vivo que se pueda procesar. Probablemente no quede
ninguno, pero sí permanece la vergüenza y el recuerdo por los miles de muertos
que provocó ese telegrama de Mussolini que ordenó “violencia” contra unas
personas indefensas.
Documental "La mutilación de Barcelona" de 1938 muestra las consecuencias de los bombradeos de hace ahora 75 años:
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