Hace
más o menos 22.000 años una persona pintó una serie de figuras de animales en
el interior de una cueva en el corazón de lo que hoy llamamos Cantabria. Pintó
ciervos y caballos, o mejor dicho, señalizó sus contornos con pintura roja como
la tierra. Sólo son unas cuantas líneas, pero trazadas de tal manera que los
animales parece que cobran vida en las frías paredes de la cueva. ¿Qué buscaba
con esas pinturas? ¿Era un santuario? ¿Un lugar mágico? ¿O solamente una
expresión artística? Nunca lo sabremos.
Al entrar en la cueva de Covalanas, dominando el estrecho desfiladero entre Lanestosa (Vizcaya) y
Ramales de la Victoria (Cantabria), el visitante hace un viaje a lo más remoto
de los orígenes de la especie humana.
Hace unas 880
generaciones esa cueva fue un lugar especial. Aunque los expertos descartan que
fuera utilizada como vivienda, fue elegida por alguna razón que hoy es
imposible establecer, alberga una colección de arte rupestre que es 7.000 años
anterior a las pinturas de Altamira. Para comprender el incomprensible espacio
temporal entre ambas maravillas vale recordar que la escritura existe desde
hace ‘solamente’ unos 5.000 años, el tiempo que el ser humano ha necesitado
desde las tablillas de arcilla de la antigua Mesopotamia hasta las actuales ‘tablets’
de Apple.
En Covalanas todo eso
no cuenta. Allí el tiempo se congeló y todo quedó tal cual lo dejaron los
artistas hace 22.000 años. Incluso el nivel del suelo es el mismo, algo casi
imposible de encontrar en cualquier otra cavidad que, como toda superficie
terrestre, va sumando niveles de sedimentos, detritos y demás organismos que
entierran poco a poco el pasado y falsean su imagen en el presente. En Covalanas
el visitante contempla las pinturas desde la misma perspectiva que el artista.
Todo un privilegio.
Lámparas de tuétano
Y es que la perspectiva
es fundamental para apreciar la maestría del pintor. Y la luz. Ésta no era la
de una antorcha, que hubiera llenado de humo la cueva e imposibilitado la pintura.
En vez de ello usó tuétano candescente que desprende una luz más tenue,
azulada, sutil. Sus sombras son menos alargadas que las provocadas por las
llamas del fuego, lo que permitió que las arrugas y el contorno de la roca
fueran utilizados para dar profundidad a las figuras.
Es como si el artista
ya hubiera visto a los animales viviendo en la misma roca, y que solamente se hubiese
limitado a subrayar su presencia con una fina línea ocre dibujada con la yema
de los dedos. Una línea que nunca se equivoca. No hay errores ni
arrepentimientos. ¿Practicó antes en otro lugar? o ¿estamos ante un verdadero
genio?
Un caballo de hace 22.000 años. |
Eso es precisamente lo
que hace pensar que el o la artista fue solamente una persona, por la similitud
del trazo en todas las figuras: las yemas de los dedos índices y corazón untados
de pintura ocre se deslizaron con suavidad sobre la roca dando vida a cabezas
de ciervas e incluso a caballos, con la crin salvaje incluida. El resultado es una
colección de animales pastando, corriendo (¿huyendo?), girándose, vivos.
No se sabe por qué. Hay
teorías que dicen que la función de esta cueva y de sus pinturas era mágica.
Atraer la caza, fundamental para la supervivencia del hombre paleolítico. ¿O es
que esos animales eran dioses? Miles de años antes de que el ser humano
rindiera culto a seres omnipresentes y todopoderosos podría haberlo hecho a sus
propias presas, las mismas que le permitían vivir. ¿Por qué se pintaron esos
animales? Nunca lo sabremos.
De todas formas parece
un milagro. De alguna manera la cueva se selló y se mantuvo herméticamente
cerrada hasta su descubrimiento hace un siglo aproximadamente. Un siglo en el
que los seres humanos han entrado, admirado, estudiado y respirado frente a las
pinturas. Esto ha permitido que la humedad entrara y que haya provocado más
daños en las pinturas en menos de cien años que en los 21.900 anteriores. Ahora
el objetivo es impedir que se pierdan para siempre.
Para e tema de nuestro origen recomiendo analizar el siguiente libro, www.davidcangacorozo.com
ResponderEliminarMuchas gracias por la recomendación. Tomo nota. Un saludo
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