4/2/11

UN GALLO QUE LLEGÓ DE PERSIA

Dicen que los gallos no vuelan muy lejos y que apenas levantan un palmo del suelo. Pero en León hay uno que llegó de la lejana Persia. Se trata del famoso gallo de la veleta de la torre de la Colegiata de San Isidoro de León.

La ‘Capilla Sixtina del románico’ ha estado coronada desde el siglo XI y hasta hace pocos años por un gallo dorado cuyo origen no está en Europa. Retirado en 2001 para su restauración, las pruebas del carbono 14 han demostrado que es tan antiguo como el profeta Mahoma, y los restos de polen, tierra y de panales de abeja que se encontraban en su interior demuestran que este objeto fue fabricado en Oriente Próximo o en lo que hoy es Irán. Lo que está claro es que el gallo no es cristiano ni románico, sino persa.

La época en la que ‘nació’ el gallo (en el siglo VII) coincide con la guerra entre los dos grandes imperios del momento, el bizantino y el persa-sasánida. Dicen los expertos que el rey persa Kosroes II, que conquistó los Santos Lugares entre el año 612 y 614, ordenó que todas las cruces que remataban las iglesias se cambiaran por estos gallos dorados como emblema personal del rey de reyes.

La lucha fue larga, cruel y a la postre absurda y letal para ambos. Al poco tiempo de firmar la paz apareció un tercer actor en la escena, los árabes musulmanes, que no dudaron en aprovechar el cansancio de ambos contendientes para derrotarlos (a los bizantinos) o aniquilarlos (en el caso de los persas). Tras pocos años, los musulmanes controlaban todo el Próximo y Mediano Oriente, el norte de África y finalmente la Península Ibérica.   

¿Cómo llegó el gallo a León?

Hay varias teorías. La primera es que debió acompañar a las tropas árabes hasta España como botín. Una vez en la Península, tuvo que ‘colarse’ en la corte del califato de Córdoba para ser robado de nuevo, esta vez por los guerreros del Reino de León que saquearon la capital musulmana en el año 1008.     

La segunda opción es más misteriosa. Puede que la hija del rey leonés Alfonso VI, casada con el conde de Tolosa -uno de los líderes de la primera cruzada en Tierra Santa- lo trajera a la corte de su padre como trofeo.

Cómo llegó hasta allí sigue siendo una incógnita. El caso es que durante mil años un gallo persa ha estado vigilando el cielo de León. Teniendo en cuenta su historia, ¿será este el último cielo de este gallo?

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