20/12/12

1942, el año decisivo


Pocos años acumularon tantos acontecimientos cuya suma cambiaron el curso de la historia. En plena Segunda Guerra Mundial, 1942 comenzó viendo cómo se repetían las victorias de Alemania y Japón en el campo de batalla, y terminó siendo testigo de las derrotas de ambos países. También fue el año en el que nació la bomba atómica, el arma decisiva que ha marcado la convivencia entre los estados desde entonces. Pero al margen de batallas y decisiones políticas decisivas, 1942 también fue el año en el que se tomó la decisión de iniciar el peor de todos los genocidios de la historia: el Holocausto.

Casi se cumplen siete décadas del fin de un año decisivo. 1942 supuso el fin de un mundo que se acabó matando en dos guerras mundiales. Ese año supuso la consolidación definitiva de los dos gigantes de la época, los Estados Unidos y la Unión Soviética, y el principio del fin de los viejos imperios como el británico y de los aspirantes a serlo como Alemania y Japón.


Al principio ganaba Hitler

1942 comenzó repitiendo las victorias militares de Hitler en todos los frentes. Aunque en diciembre de 1941 sufrió un duro golpe a las puertas de Moscú, todavía tenía la iniciativa en la guerra contra la URSS y la utilizó para atacar en junio los pozos petrolíferos soviéticos en el Cáucaso, fundamentales para suministrar gasolina a los panzer alemanes. Sabía que sin ese petróleo no podría ganar la guerra, y al principio sus tropas aniquilaron a sus enemigos y avanzaron cientos de kilómetros con mucha facilidad. Parecía que los alemanes iban a ganar la guerra en el este de Europa hasta que llegaron a Stalingrado.

Máxima expansión alemana en 1942.
En el oeste, los británicos intentaron un asalto desesperado y casi suicida en las costas de Francia, en el puerto de Dieppe. Fue el 19 de agosto. Un asalto frontal a plena luz del día contra un puerto muy bien defendido. Fue una masacre en la que murieron o fueron cogidos prisioneros unos 4.000 soldados aliados, la gran mayoría canadienses, frente a 300 muertos por parte alemana. Una derrota en toda regla para los aliados, pero un valioso anticipo del desembarco en Normandía dos años después.

En África los soldados alemanes del Afrikakorps mandados por el general Rommel avanzaron por el desierto y aplastaron a los británicos en Tobruk, en Libia, y entraron en Egipto. Llegaron a avanzar hasta pocos kilómetros del Nilo, su objetivo. Querían llegar a Alejandría, la gran base de la flota inglesa en el Mediterráneo, y conquistar el Canal de Suez, fundamental para las comunicaciones entre Londres y su gran colonia en la India.


Derrota de los imperios tradicionales

Máxima expansión de Japón en 1942.
Los japoneses, por su parte, después de atacar a los americanos en Pearl Harbour, iniciaron el año con una serie de victorias relámpago y conquistaron un imperio en Asia suroriental. Filipinas, las Indias Orientales Holandesas (la actual Indonesia), Malasia, Singapur, Birmania,…, fueron cayendo de uno en uno con una velocidad pasmosa. Eran territorios que pertenecían a los antiguos imperios europeos que se repartieron el mundo a lo largo del S. XIX. Sin embargo, la conquista japonesa demostró a los nativos que el hombre blanco no era invencible. De hecho, los japoneses cogieron prisioneros a miles de soldados europeos. La imagen de ingleses u holandeses entre alambres de espino mató su reputación. Aunque después de la guerra las metrópolis tratarían de recuperarlos, los imperios europeos en Asia ya no tendrían más futuro.

Un ejemplo fue el de India, la joya de la corona del Imperio Británico. Ya desde los años 30 el movimiento independentista liderado por Gandhi había puesto en más de un aprieto al gobierno colonial. Con la guerra, los ingleses trataron de explotar al máximo los recursos del subcontinente indio en su guerra contra Alemania y Japón, pero los indios no lo harían gratis. Necesitaban un motivo para colaborar o los ingleses no podrían contar con una retaguardia tranquila y leal en India. Los independentistas indios lo sabían, por lo que en agosto de 1942 llamaron a la resistencia pasiva contra el Imperio Británico. La reacción fue muy dura y el propio Gandhi fue detenido, pero al final los ingleses tuvieron que claudicar y prometer la independencia después de la guerra a cambio del apoyo de los indios. Los británicos se marcharon de su colonia el 15 de agosto de 1947. Fue el final de su imperio.


El vuelco en la guerra

Mientras los europeos perdían sus imperios en Asia, los EE UU se fueron preparando y pusieron en marcha su inmensa maquinaria militar. En junio se enfrentaron a la flota japonesa en pleno Océano Pacífico, cerca de la minúscula isla Midway. La batalla que allí se produjo fue una derrota decisiva para el Japón, que perdió cuatro portaaviones y toda su capacidad ofensiva. A partir de entonces los japoneses ya no podrían atacar más y pasaron a la defensiva.


Aviones de EEUU en Midway.
Ahora eran los estadounidenses los que atacaban, y lo hicieron en Guadalcanal, una isla remota en el archipiélago de las Salomón, cerca de Nueva Guinea. Allí frenaron la amenaza japonesa contra Australia y les obligaron a retroceder. En noviembre de 1942 los japoneses dejaron de atacar a los marines atrincherados en la isla y comenzaron a retirarse. Los EE UU habían ganado y a partir de entonces avanzarían de isla en isla hasta ganar la guerra.

En noviembre la guerra también dio un vuelvo decisivo en África, donde los alemanes del Afrikakorps se quedaron estancados en El Alamein, un apeadero de ferrocarril a pocos kilómetros de Alejandría. Ya no pudieron avanzar más y ahora fueron los británicos los que les vencieron y obligaron a retirarse. Pero lo que realmente marcó el destino de África en la guerra fue el desembarco de americanos e ingleses en Marruecos y Argelia entre los días 8 y 16 de noviembre. Los alemanes en Libia estaban rodeados por los dos lados y se refugiaron en Túnez, donde no tendrían opciones de resistir mucho tiempo. El sueño de un imperio fascista en África había muerto y la puerta para la invasión aliada en Europa se había abierto.

Prisioneros alemanes en Stalingrado.
Pero donde la guerra sufrió un giro absoluto fue en la URSS. En noviembre los alemanes que habían rodeado y estaban machacando a los soviéticos en Stalingrado fueron rodeados a su vez. Más de 250.000 soldados alemanes de primera calidad fueron atrapados y pocos meses más tarde se rindieron después de sufrir hambre y frío. Fue la primera gran derrota de Hitler en la guerra de la que no se pudo recuperar más. En Stalingrado se acabaron los avances alemanes y a partir de entonces los que pasarían al ataque serían los soviéticos hasta la conquista de Berlín en mayo de 1945. La URSS se convertiría en una de las superpotencias y se dividiría el mundo en dos bloques de influencia con los EEUU.


El año del horror  

Al margen de los acontecimientos militares, 1942 fue también el año en el que sucedieron dos acontecimientos que marcarían la especie humana para siempre, dos acontecimientos que hicieron posible la matanza a una escala inimaginable.

El 20 de enero se celebró una conferencia en una villa a orillas del Wannsee, en Berlín. En ella participaron altos mandos de las SS y del Partido Nazi, y también altos funcionarios del Reich. Entre todos debatieron la llamada ‘Solución Final al problema judío en Europa’ y sentaron las bases del Holocausto.

Auschwitz
Lo que había sido una persecución atroz y mortal a los judíos de Alemania primero y del resto de Europa después, se había convertido en un asesinato en masa e industrializado. Todos los elementos de la modernidad colaboraron y lo hicieron posible. Una burocracia centralizada y eficiente, un buen sistema de transportes y una red de campos de exterminio con capacidad de matar a miles de personas al día en cámaras de gas. Al final murieron más de seis millones de judíos, sin contar gitanos y eslavos (rusos y polacos, principalmente).

Y si el año 1942 comenzó con la planificación y la orden de ejecutar el Holocausto, terminó con el nacimiento del arma decisiva: la bomba atómica.

El 2 de diciembre un equipo de científicos estadounidenses del Proyecto Manhattan liderado por el físico Enrico Fermi, consiguió iniciar la primera reacción nuclear en cadena controlada. Ocurrió en el más alto de los secretos. En el telegrama cifrado enviado al presidente de los EEUU se decía: “El navegante italiano ha desembarcado en el nuevo mundo”.

Ciertamente, un nuevo mundo había nacido ese día de diciembre de 1942, el mundo de la era atómica.

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