26/12/11

El día que acabó el S.XX

La bandera roja en el Kremlin.
El 26 de diciembre de 1991 terminó el siglo XX. Todavía quedarían nueve años hasta el 2000, pero ese día de diciembre ocurrió un hecho histórico que supuso el punto y final de uno de los siglos más tumultuosos y sangrientos de la historia. Ese día se terminó oficialmente con la causa de millones de sueños y esperanzas, y también de millones de miedos y sufrimientos. El 26 de diciembre de 1991 la Unión Soviética dejó de existir.

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas nació en diciembre de 1922 fruto de la revolución del 7 de noviembre de 1917 en la que los bolcheviques comandados por Lenin tomaron el poder en Petrogrado. Esta revolución, inmortalizada y mitificada por la película ‘Octubre’ de Sergei Eisenstein, marcó el imaginario colectivo de todo el planeta. Millones de personas de todos los continentes vieron en este hito histórico el principio de una nueva era, el fin de su miseria y la esperanza de que un mundo nuevo podía hacerse realidad. Por otro lado, millones de personas lo percibieron con temor, y sufrieron las consecuencias del terror revolucionario con sus vidas.

Lenin
La revolución y la creación de la URSS cambiaron el mundo y configuraron la historia del siglo XX. Antes, los conflictos eran entre los estados y sus gobernantes. Los obreros y campesinos simplemente ejecutaban sus órdenes y las pagaban con sus vidas. Precisamente eso era lo que estaba ocurriendo entre 1914 y 1918 en Europa. La gran matanza de la Primera Guerra Mundial estiró hasta el límite la capacidad de sacrificio de los pueblos europeos que no tardaron en mostrar su descontento y cansancio con la guerra. Ese descontento cristalizó en Rusia en la revolución de 1917, y en las revoluciones alemanas y húngaras de 1919, fracasadas e inspiradas en los acontecimientos rusos. De pronto había surgido una nueva línea de frente entre la burguesía y los partidos comunistas que apoyaban a la Unión Soviética en todo el mundo. La lucha se hizo ideológica.

Este conflicto marcaría todos los acontecimientos del siglo pasado: la Guerra Civil Española, el terror estalinista, la Segunda Guerra Mundial, y muy especialmente, la Guerra Fría. Ésta dividió literalmente el mundo en dos bandos ideológicos enfrentados hasta que uno de ellos se desmoronó.

La Unión Soviética duró unos 70 años, los primeros de los cuales se presentó al mundo como el centro de la modernidad y del avance científico, pero hacia el final de su existencia, en los años 80, no era más que un estado prácticamente arruinado con una industria obsoleta y completamente incapaz de hacer frente a la nueva revolución tecnológica que estaba inundando el mundo: la era de la informatización. La URSS fue incapaz de reformarse y de mantener el ritmo. Además, tampoco fue capaz de proporcionar a su población un alto nivel de vida y su control de la sociedad por parte de los servicios de seguridad era cada vez más asfixiante.

Los últimos días
Gorbachov y Yeltsin.

El final del que fue uno de los imperios más poderosos de la tierra no pudo ser más triste. Simplemente desapareció sin ofrecer resistencia. En 1985 fue elegido secretario general del PCUS Mijail Gorbachov que tenía la firme intención de reformar y modernizar la URSS para salvarla. Era la famosa Perestroika. Pero ya era tarde. A partir de 1989 los países comunistas europeos fueron cayendo uno tras otro. El descontento se extendió a las repúblicas soviéticas, muchas de las cuales empezaron a reclamar su independencia. Dentro de la propia Rusia, el bastión de la URSS, el secretario general del Partido Comunista, Boris Yeltsin, encabezó el movimiento de separación.


En agosto de 1991 los detractores de las reformas de Gorbachov  encabezaron un golpe de estado para intentar dar marcha atrás a los acontecimientos, pero solamente sirvió para encumbrar a Yeltsin y sepultar a la URSS. Poco después, los presidentes de las repúblicas soviéticas decidieron su independencia sin consultar a Gorbachov. Esa independencia sería efectiva el 26 de diciembre de 1991.

Los últimos minutos de Gorbachov al frente de la URSS. 
Las últimas imágenes de la Unión Soviética son deprimentes. El día de Navidad de hace 20 años un Gorbachov solitario esperaba en su despacho a que se cumplieran las doce de la noche. La URSS ya no existía de facto, solamente quedaba él. En los últimos minutos el otrora poderoso estado soviético se había reducido a una sola persona. La cara de Gorbachov lo decía todo. Triste, deprimido, ya nadie le escuchaba y a nadie le importaba. Representaba el pasado.

Por la tarde se produjo el último acto simbólico. A pocos metros de la tumba de Lenin, lentamente la gran bandera roja que ondeaba sobre la torre del Kremlin fue arriada. Sería la última vez. Gorbachov abandonó su despacho. Acababa de dimitir como presidente de la Unión Soviética. El que hasta ese instante comandaba el ejército más grande del mundo ya no era más que un ciudadano normal y sin empleo. Al día siguiente, el Soviet Supremo de la URSS ratificó su disolución y la de la Unión Soviética. Había comenzado el siglo XXI.

Estas imágenes son las últimas de la URSS el 25 de diciembre de 1991:


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