Hace
más de mil años casi toda la Península Ibérica era gobernada desde Córdoba por
el emirato musulmán de la dinastía de los Omeya. Sin embargo, en las montañas
de Málaga surgió una fuerza que trató de hacerle sombra: la rebelión de Umar
Ibn Hafsún, que desde la ciudad de Bobastro llegó a amenazar seriamente el
poder de los emires y que pudo cambiar el curso de la historia.
En las cumbres de las montañas
de Málaga, protegida por un terreno abrupto y de muy difícil acceso, Umar Ibn Hafsún construyó su ciudad fortaleza de Bobastro. Desde lo alto podía divisar
gran parte del territorio que le rodeaba: desde el Mar Mediterráneo hasta los
campos camino a Córdoba, incluso en los días claros puede distinguirse la
distante Sierra Nevada. Era un auténtico nido de águilas que le permitía estar
atento ante los ataques de sus enemigos. Lo necesitaba, porque éstos no eran
cualquier cosa. Umar Ibn Hafsún estaba enfrentado a uno de los reinos más
poderosos de la época: el Emirato de Córdoba.
Paisaje alrededor de Bobastro. |
Desde Bobastro, su
tierra natal, Umar Ibn Hafsún capitaneó a finales del S. IX y principios del S.
X una insurrección que durante más de 50 años tuvo en jaque a los emires
cordobeses, poniendo en duda en más de una ocasión el poder de éstos y el
futuro del propio emirato. En su momento cumbre, llegó a controlar directamente
las actuales provincias de Málaga y Granada, e incluso llegó a amenazar a la
propia Córdoba. ¿Quién era ese Umar Ibn Hafsún y cuál era su objetivo?
Un enemigo temible
Imagen idealizada de Umar Ibn Hafsún |
Los historiadores del Emirato
de Córdoba presentaron a Umar Ibn Hafsún como un simple rebelde, ladrón y
forajido, sin otro objetivo que saquear y matar. Siglos más tarde, los
historiadores españoles, ávidos por encontrar personajes históricos para nutrir
el nacionalismo español, le convirtieron en una especie de Don Pelayo andaluz,
un guerrero cristiano que resistió al poder musulmán desde las montañas. Pero
no fue ni un bandolero ni un héroe cristiano.
Umar Ibn Hafsún nació
en el S. IX en Al Ándalus, en un momento en el que los musulmanes llevaban ya
más de un siglo dominando ese territorio y creando la nueva sociedad islámica
en la Península Ibérica. Los orígenes de su familia eran de la nobleza
visigoda, y al parecer su abuelo fue de esos nobles que prefirieron adaptarse a
los nuevos tiempos y se convirtió al Islam. La familia de Umar Ibn Hafsún eran
muladíes, es decir, cristianos reconvertidos al Islam, por lo que a ojos de los
descendientes de los árabes y bereberes que conquistaron la península eran unos
conversos, y a ojos de los cristianos mozárabes, que mantenían la religión
cristiana en territorio musulmán, eran una renegados.
Independientemente del
estatus de su familia, los problemas de Umar Ibn Hafsún con el orden
establecido no tuvieron su origen en la política ni en la religión. Tuvo que
huir tras asesinar a unos ladrones de ganado que querían robar las ovejas de su
familia. Su primer destino fue el norte de África, donde según la leyenda, un
anciano le profetizó que “se levantaría desde el monte de Bobastro” contra el
emir. Una cosa llevó a la otra y al cabo de los años había roto sus lazos con
el poder y asumido una carrera hacia delante comenzando un periplo de
enfrentamientos con los gobernantes omeyas de Córdoba que acabó por
transformarse en una rebelión abierta contra los emires.
El emirato en horas bajas
Era un buen momento
para echarse al monte, literalmente. Umar Ibn Hafsún supo aprovechar una fase de
convulsión interna y de mucha inestabilidad. Por un lado, los emires tuvieron
que enfrentarse a multitud de rebeliones a lo largo y ancho de su emirato. En
muchos lugares alejados del poder central, los señores feudales musulmanes
querían fundar sus propios reinos y se rebelaban contra el poder cordobés. Por
otro lado, las tensiones de la propia sociedad islámica estaban creando un
caldo de cultivo propicio para el descontento popular.
Las divisiones sociales
eran marcadas y profundas. Por un lado entre los musulmanes y los cristianos
mozárabes que pagaban un impuesto especial, la dhimma, a cambio de seguir profesando su fe.
Los cristianos eran una especie de población de segunda, sin posibilidades de
prosperar en política ni económicamente. Se les toleraba, pero nada más, lo que
acabó por provocar un creciente resentimiento entre los mozárabes contra los
señores islámicos.
También existían
conflictos entre los propios musulmanes. Por un lado, como ya se ha mencionado,
entre los muladíes, los cristianos reconvertidos, y los descendientes de los
invasores del S. VIII. Pero también existían fuertes rivalidades entre estos
últimos. Los invasores se distinguían entre los árabes y los bereberes. Los
árabes eran la élite, para ellos eran las mejores tierras y puestos políticos,
mientras que los bereberes tenían que contentarse con los “restos”. Esta
discriminación ya había provocado enfrentamientos y guerras civiles en el S.
VIII poco después de la invasión islámica, y en el S. IX estaban lejos de haber
terminado.
Por lo tanto, Umar Ibn
Hafsún pudo contar con un gran apoyo social fruto del descontento con los
emires de Córdoba, y supo aprovechar esta circunstancia para crear un verdadero
estado independiente con sede en Bobastro, en el corazón de la Sierra de Málaga,
desde la que conquistó vastos territorios y puso en peligro a la propia
Córdoba.
Un proyecto político
alternativo
Los historiadores
actuales ponen en duda la idea de que fuera un simple forajido, y defienden la
tesis de que Umar Ibn Hafsún tenía la intención de crear una alternativa
política real al Emirato de Córdoba con capital en Bobastro. Su poder fue
realmente importante, e incluso llegó a recibir embajadas de otros reinos que
trataban de establecer buenas relaciones para el caso de que finalmente
venciera a los Omeya.
Por ejemplo, recibió a los
fatimíes de Túnez, una dinastía chií que tomó el poder en la provincia de
Ifriquiya, desafiando a su vez al lejano Califato de Bagdad. También estableció
relaciones con los pequeños reinos cristianos del norte de la Península
Ibérica, hasta entonces pequeños reductos casi insignificantes frente al enorme
poder del emirato.
Pero el estado
independiente de Umar Ibn Hafsún no era un reino propiamente dicho, ya que él
nunca se proclamó soberano. Aunque arrastró a gran número de cristianos
mozárabes, tampoco era un estado cristiano, ya que también contaba con el apoyo
de muchos bereberes y demás musulmanes descontentos.
De hecho, el estado
rebelde se encontraba enclavado en medio del mundo musulmán, rodeado de reinos
y de población islámica en su inmensa mayoría. Los pequeños reinos cristianos
estaban lejos y eran muy débiles como para prestar apoyo, y la principal potencia
cristiana del momento, el Imperio Carolingio, simplemente ignoraba a los
rebeldes mientras se ocupaba de sus propios conflictos de sucesión.
Sin embargo, a pesar de
esta lejanía con respecto al mundo cristiano y de la escasa ayuda que podían
significar para un estado enclavado en pleno mundo musulmán, y sobre todo a
pesar de sus propia educación y cultura musulmana, Ibn Hafsún se hizo bautizar en
el año 899. ¿Fue por convencimiento personal? ¿Por cálculo político? ¿Para
satisfacer a los mozárabes bajo su mando?
El obispado más meridional
Su compromiso con el
Cristianismo se percibió claramente en su ciudad de Bobastro, que con sus
alrededor de 2.000 habitantes se convirtió en un obispado metropolitano. Para
ello se construyó una basílica, la más meridional de su clase en Europa en el
S. IX y X. Sus restos esculpidos en la roca con sus característicos arcos de
herradura son hoy lo único que queda de la ciudad de Bobastro, que fue arrasada
tan sólo una década después de la muerte de su fundador.
Basílica de Bobastro. |
Una década después de
la muerte de Umar Ibn Hafsún su ciudad fue arrasada y su estado independiente
derrotado y aplastado. Hoy solamente quedan unos restos esculpidos en roca de
arenisca en las montañas de Málaga que nos recuerdan que hace mil años, desde
allí pudo haber nacido un reino diferente que podía haber cambiado la historia
de España. Tendrían que pasar más de 500 años hasta que los cristianos llegados
del norte conquistaran las montañas de la antigua capital de Umar Ibn Hafsún.
A continuación os dejo un vídeo fantástico sobre Bobastro y su historia:
Buén artículo, serio, riguroso e imparcial. Sólo un pero: más que ciudad, Bobastro fué ciudadela.
ResponderEliminarMuchas gracias de nuevo por el comentario. Tomo nota del apunte. Un saludo
EliminarQuien hizo el grabado abriba identificado como "Imagen idealizada de Umar Ibn Hafsún"?
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