Vehículos italianos abandonados. |
Hace 75 años el fascismo parecía imparable. En 1933 se había hecho con el poder en Alemania y la Italia de Mussolini había conquistado Etiopía en 1935 tras una terrible guerra que ninguna potencia trató de impedir. Hitler y Mussolini eran los dos estadistas con mayor empuje en Europa cuando los militares españoles se sublevaron contra la República y, con el apoyo descarado de ambos dictadores, trataron de destruir la democracia española. Pero los fascistas no iban a ganar siempre. Su primera derrota tendría nombre español: Guadalajara. Su fecha, el 23 de marzo de 1937, hace hoy 75 años, el día que Mussolini huyó derrotado por primera vez.
Hace 75 años España se desangraba en una terrible guerra civil. Los militares sublevados bajo el mando del general Francisco Franco llevaban meses tratando de conquistar Madrid, pero los soldados de la República resistían con valor los repetidos ataques de los legionarios y regulares profesionales que se lanzaban contra ellos. En noviembre de 1936 repelieron un ataque frontal contra la propia Madrid, en enero de 1937 impidieron que Franco rodeara la capital por el norte atravesando la carretera de la Coruña y un mes después impidieron que tratara los mismo por el sureste impidiendo que se cortara la carretera de Valencia.
Benito Mussolini. |
En marzo de 1937 Franco hizo una última intentona de rodear Madrid y mandó a sus aliados italianos que recorrieran la carretera de Barcelona, conquistaran Guadalajara y tomaran Alcalá de Henares para rodear la capital desde el noreste. Los italianos parecían soldados fiables y profesionales. Tan sólo unas semanas antes habían conquistado Málaga y sus generales presionaron a Franco para permitir que jugaran un papel primordial en la que sería la batalla definitiva por Madrid.
El prestigio era muy importante para estos individuos que habían llegado a España por capricho de Mussolini, que quería reconstruir el Imperio Romano en el Mediterráneo y alcanzar una posición dominante en la futura España fascista. Pero para ello tenía que ganar batallas y demostrar que Italia era una potencia militar que debía ser respetada.
El gran atasco
La ofensiva comenzó el 8 de marzo y ya desde el principio todo salió mal. El mes de marzo de 1937 fue muy húmedo y frío en el centro de la Península Ibérica y las lluvias convirtieron el campo en un lodazal sobre el que apenas se podía avanzar. Solamente la carretera de Barcelona, la Nacional II, estaba asfaltada en esa época de retraso secular del país, y los caminos de tierra eran impracticables. Las tanquetas y camiones italianos apenas podían avanzar y se quedaban atascadas en el que seguro que fue el primer atasco de esta carretera.
Prisioneros italianos. |
Los republicanos reaccionaron con rapidez. Enviaron a Guadalajara a las Brigadas Internacionales y a las mejores divisiones del nuevo Ejército Popular. Las batallas de Madrid y del Jarama les habían enseñado a luchar con valentía. Se jugaban mucho y lo sabían. No podían perder. Era ya la cuarta batalla para defender la capital.
Sin embargo los italianos no estaban tan motivados. Muchos de estos soldados, supuestamente voluntarios, eran en realidad reclutas que fueron enviados a España mediante engaños, o pobres miserables que luchaban a cambio de comida. Ideales frente a obligación. El resultado estaba servido, y más cuando la casualidad quiso que las primeras tropas de las Brigadas Internacionales que se enfrentaran a los italianos fueran compatriotas suyos de la Brigada Garibaldi, socialistas y comunistas exiliados. Muchos soldados de Mussolini se acabaron entregando a los Garibaldi exhaustos, hambrientos, asustados y empapados. No tenían espíritu de lucha.
El 15 de marzo la República contraatacó. Reconquistó varios pueblos, entre los que destaca Brihuega. El 23 de marzo terminó la ofensiva y los italianos huyeron. Más bien salieron corriendo abandonando sus tanquetas y vehículos de transporte. Dejaron en la Alcarria a más de 4.000 de los suyos entre muertos y heridos, y lo que fue peor para Mussolini, perdieron su prestigio para siempre.
Los italianos ya no volverían a protagonizar una ofensiva nunca más en la Guerra Civil. Pero lo más importante, Madrid ya no fue atacada más por los franquistas. La guerra se trasladó a otros lugares de España y no volvería a la capital hasta los últimos días de la contienda, cuando la República se derrumbó.
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