La batallas de Crécy. |
El 26 de agosto de 1346, cerca de Crécy en el norte de Francia, la tierra tembló. Miles de caballeros franceses, con sus armaduras y sus lanzas, cabalgaron al galope hacia el enemigo confiados en su irresistible fuerza. Durante cientos de años la carga de la caballería pesada había sido suficiente para derrotar y aplastar a ejércitos completos. No solamente porque sus corazas eran impenetrables y sus lanzas mortíferas, sino porque eran los mejores guerreros del reino, la flor y nata de la aristocracia, nacidos y entrenados para matar.
Enfrente les esperaban los ingleses, que habían invadido Francia para defender los intereses territoriales de su rey en el continente, lo que después se conocería como la Guerra de los Cien Años. Eran muy inferiores en número, y no tenían una caballería tan potente. Pero estaban confiados. Poseían un arma infalible y novedosa: el arco largo, una variante que proporcionaba a las flechas más velocidad, fuerza y alcance que los arcos anteriores. Y lo más importante, las flechas ahora podían atravesar las armaduras.
El arco largo inglés. |
Los arqueros ingleses esperaron a que los caballeros franceses se encontraran a una distancia adecuada cuando comenzaron a disparar una lluvia de flechas que cayó sobre los caballeros como un enjambre de langostas. Los franceses cayeron por miles mientras los ingleses no dejaban de disparar. Fue una verdadera carnicería. Al final del día, los franceses habían lanzado 16 cargas de caballería que no sirvieron para nada. Habían sido derrotados y el reino de Francia se había quedado sin caballeros y sin nobleza, que yacía muerta o había sido capturada. Los ingleses, por su parte, apenas sufrieron pérdidas. Fue un hecho histórico: el principio del fin de la caballería andante.
La batalla de Crécy supone un hito histórico con consecuencias de gran calado. El avance tecnológico había convertido a la caballería pesada en un arma obsoleta. Los arqueros, mucho más baratos y eficientes, habían derrotado sin sufrir apenas bajas a miles de caballeros armados con equipos carísimos que solamente una elite se podía permitir. Precisamente los caballeros formaban la espina dorsal del sistema social y económico de Europa occidental en la Edad Media, el feudalismo.
Los antiguos caballeros de la caballería pesada se habían transformado desde el principio de la Edad Media (hacia el S. VII, más o menos) en una casta privilegiada. Por un lado, el rey de turno los necesitaba para sus guerras, y por el otro, ellos necesitaban dinero para pagar sus equipos de combate, la armadura, el caballo, los escuderos, etc. Así fue como el rey tuvo que ir cediendo poder y tierras a estos caballeros a cambio de un juramento de vasallaje por el que se comprometían a servir a su señor cuando les necesitara para luchar. La realidad fue que los caballeros se iban haciendo cada vez más autónomos ya que controlaban las tierras y sus riquezas (y a sus habitantes), mientras que los reyes eran cada vez más dependientes de los intereses de sus caballeros, sin los cuales no podía formar ejércitos para defenderse o conquistar otras tierras.
Caballero medieval. |
Así estaba organizada la vida en Europa occidental, en un sistema en el que los caballeros eran el verdadero poder y fueron acumulando títulos nobiliarios porque ellos eran, a su vez, el arma más mortífera y eficaz. Pero eso se terminó el 26 de agosto de 1346 en un campo del norte de Francia.
Después de la batalla de Crécy la caballería andante había perdido su sentido. Ya no eran los guerreros arrogantes pero invencibles de antes. Ahora resultaban caros e incluso molestos para los monarcas que querían ejercer el poder en solitario sin tener que depender de los intereses de sus nobles. Los reyes ya no necesitaban reclutar a sus caballeros para hacer la guerra, con contratar a un ejército de arqueros y lanceros era suficiente. Esto suponía una verdadera revolución. Los reyes podían independizarse de sus nobles y desarrollar su poder en sus reinos. Era el nacimiento del Estado Moderno y el fin del feudalismo.
Los caballeros tuvieron que reinventarse. Los que se aferraban a la caballería andante acabaron arruinados, pero no olvidados. Los caballeros han configurado nuestra imagen de la Edad Media, y han representado, con el tiempo y gracias a la literatura, un ejemplo de honor y de código de conducta nostálgico de los “viejos tiempos”. Unos tiempos que en realidad nunca fueron tan “honorables”. Si no me creen, lean el Quijote.
La Guerra de los Cien años, nada menos. Espectacular batalla...la verdad es que los ingleses siempre han sido muy imaginativos para esto de las guerras.
ResponderEliminarHola Dani,
ResponderEliminarpues sí, los ingleses una vez más machacaron a su rival con el mínimo esfuerzo. Aunque al final perdieron la guerra, no renunciaron oficialmente al trono francés hasta unos 200 años.
Gracias por el comentario y un abrazo,
Michael