La campana de Huesca por José Casado de Alisal. |
Cuenta la leyenda que los nobles iban llegando al palacio con una mezcla de curiosidad y de burla. Habían sido convocados a Huesca por su rey, Ramiro II de Aragón, también conocido como el ‘rey monje’, para contemplar una gran campana que debía oírse en todo el reino. Los nobles pensaban que eso era una solemne estupidez, solamente digna de un rey inmaduro con ideas poco aptas para gobernar. Pero sentían curiosidad. ¿Cómo sería esa campana? ¿Cómo conseguiría que se escuchara en todos los valles del Pirineo? Parecía imposible.
Una vez congregados todos en el palacio, el rey los fue haciendo pasar de uno en uno a una sala para ver la campana hasta que toda la flor y nata de la aristocracia del Reino de Aragón había entrado en el salón. Entonces el rey hizo pasar al resto de vasallos y miembros de la corte. Ante ellos se presentaba una escena grotesca y sangrienta. Los nobles habían sido decapitados a medida que habían entrado en la sala y sus cabezas habían sido colocadas en círculo presidido por la del noble más crítico con el rey que había sido colgada de una cuerda imitando a un badajo. Esta era la campana del rey, y efectivamente se oyó por todo el reino. ¿Por qué se había llegado a esta situación?
Ramiro II. de Aragón. |
Ramiro II era realmente un monje que había pasado toda su vida dedicada a la Iglesia. Los nobles le consideraban un pelele, una simple marioneta que ellos habían puesto en el trono para controlarlo. La culpa había sido del hermano del rey, Alfonso el Batallador, que había sido un monarca enérgico y un gran guerrero contra los musulmanes, pero que a su muerte había dejado su reino en herencia a las órdenes religiosas. Esto creaba una situación peligrosa, por lo que los nobles decidieron sacar a Ramiro del convento y nombrarle rey, eso sí, a cambio de que hiciera lo que ellos le mandaran.
Pero el nuevo rey no estaba satisfecho con esta situación. Reivindicaba su papel de gobernante pero era imposible ejercerlo con los nobles repartiéndose el poder delante de sus narices con todo el descaro. Por ello mandó a un mensajero a consultar a su antiguo abad qué podía hacer para conseguir ser respetado y obedecido. El abad mandó al mensajero que contara a su rey exactamente lo que iba a hacer. Entonces el monje agarró una col y comenzó a cortar los tallos que sobresalían. El mensajero así se lo contó al rey, que comprendió el mensaje y actuó en consecuencia.
Esta es la leyenda de la Campana de Huesca, una historia que durante mucho tiempo se creyó que era cierta y que debía haber sucedido en algún momento de la primera mitad del S. XII. Incluso existe un gran cuadro en el Museo del Prado que conmemora este supuesto episodio nacional. Sin embargo, hoy en día se ha puesto en duda, ya que no existen pruebas de que realmente ocurriera así. De todas formas no deja de ser una historia interesante sobre cómo solucionar las luchas de poder. Aunque sangrienta, esta fórmula no deja de ser bastante actual. ¿O no?
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