La historia de España que nos enseñan en el colegio y en los libros de texto nos hablan de sucesivas invasiones a lo largo de los siglos. Según esa enseñanza, sabemos que los habitantes primitivos de la Península Ibérica sufrieron la presencia de fenicios, griegos, romanos, visigodos y musulmanes. Lo que no se suele contar es que Hispania, o al menos una parte importante del sur de la Península, llegó a formar parte durante casi un siglo de la provincia más occidental del Imperio Bizantino con el nombre de Spania.
Cuando a finales del siglo V d. C. la mitad occidental del Imperio Romano se derrumbó todavía quedaba en pie su mitad oriental, que más tarde sería conocido como Imperio Bizantino. Pero en ese momento, los romanos orientales se consideraban romanos, ni más ni menos. Y en ese sentido consideraban legítimo recuperar los territorios perdidos de occidente, y esa era la intención del emperador Justiniano cien años después de la caída de occidente.
Puente bizantino en Granada. |
En el caso de Hispania, los visigodos que se instalaron eran una minoría con respecto a los hispanorromanos y además siempre acababan enfrentados en luchas de sucesión cuando moría el rey de turno. Eso sucedió en el año 552 cuando, según cuenta la crónica de San Idisoro de Sevilla, un noble visigodo que aspiraba al trono pactó con los bizantinos su invasión a cambio de ayudarle en la guerra.
Y así fue como los romanos desembarcaron en Gades (Cádiz) y Cartago Nova (Cartagena), conquistando (o reconquistando) la franja costera que, más o menos, transcurre entre ambas ciudades. Entre los años 552 y 624 d.C. los bizantinos ejercieron el control de una zona que corresponde con las actuales regiones de Andalucía y Murcia, con Cartago Nova como principal centro político, económico y comercial. Poco se sabe aún de esta época, ensombrecida por otros acontecimientos, como las continuas luchas entre los visigodos y los francos en el norte, o las constantes guerras civiles de los visigodos por hacerse con el trono. Lo que sí parece más o menos claro, es que la población hispanorromana apoyaba a los bizantinos, a los que prefería frente a los visigodos desorganizados y en guerra constante.
Lucerna bizantina de Cartagena. |
A partir del reinado de Recaredo el reino visigodo se afianzó. Acabaron las luchas internas (al menos por un tiempo) y se convirtieron el catolicismo, lo que tuvo como consecuencia que los hispanoromanos ya no vieran a los visigodos como unos bárbaros y aceptaran su dominio en detrimento de los bizantinos.
La presión militar era cada vez mayor. Llegaban cada vez menos refuerzos y la población civil ya no les apoyaba, por lo que los bizantinos acabaron retirándose definitivamente en el año 624. El sueño del antiguo imperio romano se estaba apagando para Bizancio, que tuvo que evacuar su provincia de occidente porque necesitaba sus soldados para hacer frente a otra amenaza en oriente que acabaría siendo fatal para el imperio: la expansión del Islam.
Incorrecta la denominacion. No confundas la ciudad de Bizancio anterior a Constantino, con el Imperio Romano. Desde la fundacion hasta la caida de Constantinopla en manos de los otomanos, el Imperio Romano no cambió nunca de nombre. Los romanos de oriente nunca se llamaron bizantinos, ni griegos, sino romanos. Esa acepcion que usas de imperio bizantino es falsa, y fruto del historicismo decimonónico.
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge por esta información. La tendré muy en cuenta en posteriores artículos. Un saludo
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